Se trata de un sobreviviente del Centro Clandestino de Detención, Arsenal Miguel de Azcuénaga, quien debía presentarse ayer ante la Fiscalía Federal, para denunciar un nuevo hecho de amenazas que involucra al ex comisario, Camilo Orce, quien se encuentra actualmente detenido acusado de crímenes de lesa humanidad.
La abogada Laura Figueroa, esperaba anoche establecer algún contacto con González.
Los organismos de Derechos Humanos y la abogada, Laura Figueroa, mostraron su preocupación por el paradero de Orlando Argentino González, quien debía presentarse ayer a las 9 en la Fiscalía Federal, para denunciar un nuevo hecho de amenazas que involucra al ex comisario Francisco Camilo Orce, quien se encuentra actualmente detenido.
Aunque las autoridades judiciales realizaron acciones tendientes a conocer su paradero, apenas conocida la incertidumbre que provocó su ausencia en la Fiscalía, su abogada, Laura Figueroa, aseguró anoche que se estaba en la búsqueda de González, ya que “tenemos suficientes elementos para pensar que está pasando por una situación muy difícil. Estaba asustado, preocupado, debido a las amenazas constantes que pretendían que retirara la denuncia contra Orce”.
La profesional aseguró que el Juzgado estaba advertido sobre nuevos acontecimientos y sólo restaba la formalidad del trámite para que el Estado le brindara seguridad”.
Según Figueroa, el año pasado mientras González estaba hospitalizado fue amenazado por Orce, debió ser custodiado por fuerzas de seguridad para que pudiera ser intervenido quirúrgicamente.
González es sobreviviente del CCD Arsenal Miguel de Azcuénaga, fue detenido en mayo de 1976 en un bar de la localidad de Ranchillos a las 17 hs. fue interrogado y golpeado por Francisco Orce. La causa de Orlando González, está relacionada con la de todas las víctimas oriundas del “Empalme – Ranchillos”.
Gonzalez casualmente, fue secuestrado en esa fecha pues querían averiguar el paradero de vecinos del lugar, algunos están desaparecidos y otros son sobrevivientes. Orlando González cultivaba caña de azúcar y no mantenía relación con las personas buscadas, sólo tenían de común el apellido. Después de una larga jornada de trabajo fue al bar junto a otro amigo y ese día comenzó su calvario.
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