Más de 100 mil devotos esperaron a la salida del templo de San Nicolás con pañuelos blancos y pétalos de rosa.
En la ceremonia se colocó la pieza confeccionada por el orfebre Pallarols, quien contó con la colaboración de 600 mil personas.
Las imágenes de Nuestra Señora del Rosario y del Niño Jesús fueron
coronadas ayer en la ciudad bonaerense de San Nicolás, en una ceremonia
que congregó a miles de fieles de todo el país, quienes saludaron con
devoción el acto presidido por el Obispo de Rosario, Héctor Cardelli.
La
imagen de la Virgen -que sostiene a Jesús en sus brazos- fue coronada a
las 16.30, a orillas del río Paraná, y de esta manera se cumplió con el
pedido que Gladys Motta, la vecina nicoleña que la vio en "el campito",
asegura que le hizo hace 25 años, durante esa aparición.
Una
multitud calculada en más de cien mil personas, superior a la que todos
los 25 de septiembre se acerca al lugar para ofrecer, pedir y agradecer
a la Virgen, acompañó la imagen religiosa desde su salida del templo, a
las 15.10, hasta su coronación.
La muchedumbre agitó pañuelos y
banderas de color blanco, lanzó pétalos de rosa y aplaudió en forma
constante durante la ceremonia en la que el Obispo Cardelli le colocó
la corona a la Virgen y al Niño Jesús.
Las dos coronas fueron
confeccionadas durante 14 meses por el orfebre Juan Carlos Pallarols y
las piezas fueron moldeadas en forma simbólica por unas 600 mil
personas.
El orfebre dijo a Télam que lo que más lo emocionó,
fue "que la mayoría de la gente que quiso dar su golpecito para moldear
las coronas no vino a pedir, sino a agradecer".
Pallarols
destacó que "más de 600 mil personas participaron y se dieron, de
acuerdo a un contador que pusimos, 6.025.984 golpecitos sobre cinceles
de acero para ir armando las coronas".
"También me emocionó que
mucha gente que participó no era católica y veían en el armado de las
coronas un acto de fe y al arte como símbolo de unión, más allá de las
creencias", añadió.
Para el armado de ambas coronas, que son de
plata con incrustaciones de oro, explicó, "se usaron pequeñas piezas,
como anillos, donados por la gente, que se fundieron en un lingote que
bendijo el papa Benedicto XVI".
"La idea fue que a través de
pequeñas donaciones participe toda la gente y que también sea el
tallado del pueblo el que corone a la Virgen", destacó Pallarols.
Los
últimos golpes a las coronas fueron dados por internos del Cotolengo
Don Orione, en la localidad bonaerense de Claypole, y Pallarols terminó
el armado en su taller, en el barrio porteño de San Telmo.
La
gente vino de todo el país en colectivos para asistir a la ceremonia de
coronación y muchos se retiraron ni bien terminó el acto, tras rezar,
agradecer o pedir a la Virgen.
La imagen religiosa fue
preservada dentro de una caja hermética y transparente, cerrada por el
propio Pallarols en el escenario, y luego trasladada nuevamente hacia
el templo.
El 25 de septiembre próximo, fecha en que todos los
años se conmemora la aparición de la Virgen, la imagen será coronada en
todas las Iglesias del país.
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