En la provincia de Santa Fe, habitan cuatro especies de serpientes venenosas. De acuerdo con un estudio, realizado por investigadores de la Universidad Nacional del Litoral y de Conicet, en los departamentos del norte y del centro de esa provincia hay más ejemplares que en el resto de los departamentos. Según los expertos, en otoño comienza su etapa más activa. Agencia CyTA-Instituto Leloir / Prensa UNL
De las 14 especies de serpientes venenosas que existen en el país, cuatro habitan en la provincia de Santa Fe: la yarará grande o víbora de la cruz, la yarará chica, la cascabel o campanilla y la coral.
Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Limnología (INALI) lleva 16 años estudiando la distribución de los animales según las distintas ecorregiones o departamentos, los hábitos de alimentación y reproducción, los ritmos de actividad durante el año y el estado de conservación en que se encuentran. Se trata de distintos aspectos que contribuyen a conocer más sobre la conducta de las serpientes y permiten mejorar el diseño de medidas de prevención de ataques.
De los 1650 registros de serpientes venenosas en la provincia, el 75 por ciento fueron de la especie yarará grande (Bothrops alternatus), unos 1231 individuos en total, mientras que el 14 por ciento fueron corales (Bothrops diporus), las yarará chicas (Crotalus durissus terrificus) sumaron un 6 por ciento y el 5 por ciento correspondió a cascabeles (Micrurus pyrrhocryptus).
Los datos se obtuvieron de diversas fuentes: animales atropellados o vivos registrados a través de casi 11 mil kilómetros por rutas y caminos; mediante la búsqueda activa en hábitats y refugios; el estudio de ejemplares; de colecciones de museos y serpentarios; y una revisión exhaustiva de la literatura sobre ofidios de Santa Fe y provincias vecinas. El trabajo fue dirigido por Alejandro Giraudo, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e investigador del Conicet, quien destacó el rol que cumplen las serpientes en la naturaleza, por ejemplo, controlando roedores.
Más en el norte
De la yarará grande se encontraron ejemplares en todos los departamentos, excepto en tres del extremo sur de la provincia: General López, Belgrano y Constitución. En segundo lugar, la coral se localizó en diez departamentos, incluyendo los seis del norte y cuatro del centro. La yarará chica fue hallada mayormente en ocho departamentos, los tres del extremo norte y cinco del centro. Por último, ejemplares de cascabel fueron hallados en cuatro distritos del norte, dos del extremo nordeste y dos del extremo noroeste.
Esto muestra a las claras que la distribución de los animales por departamento no es equitativa, pero los del norte y el centro de Santa Fe presentan mayor cantidad de registros que el sur. En General Obligado, 9 de Julio y San Cristóbal se hallaron las cuatro especies venenosas; Vera, San Javier, La Capital, Las Colonias, Castellanos y San Justo presentan tres; San Jerónimo y Garay, dos especies; San Lorenzo, Rosario, Caseros, San Martín e Iriondo, un solo tipo de estos ofidios. Según Giraudo, en el sur de la provincia se encuentran pocos ejemplares debido a las grandes modificaciones ambientales que ha hecho el hombre a través de los cultivos y los agroquímicos, pero también posiblemente porque las temperaturas son bajas.
Todo el año
Otro de los factores a tener en cuenta para prevenir accidentes ofídicos es la identificación de las épocas de mayor actividad de los reptiles. Como explicó Giraudo, hay instancias en la vida de las serpientes donde es más probable que se encuentren con las personas y provoquen inconvenientes, ya sea porque son machos buscando hembras para reproducirse o que están alimentándose. y se acercan a lugares donde habitan roedores y que son usados por las personas.
En el caso de nuestra zona, los investigadores descubrieron que muchas de las serpientes están más activas en otoño, finales del invierno, y principios de la primavera hasta inicios del verano. “Al ser animales que no regulan la temperatura como los seres humanos, los días extremadamente calurosos, como suelen ser los veranos santafesinos, las perjudican. Entonces probablemente no tengan tanta actividad en épocas extremadamente calurosas durante el día, sino que posiblemente estén más activas durante la noche”, destacó el biólogo.
Pero la conclusión a la que llega el estudio es que, en general, a diferencia de lo que se creía, las serpientes están activas durante gran parte del año.
“La actividad se mantiene bastante alta en el otoño, que es cuando estos animales aparentemente copulan, nacen las crías, y buscan refugio y comida. El apareamiento implica que los machos busquen hembras o que éstas busquen lugares para asolearse y calentar sus cuerpos si están preñadas, para que las crías se desarrollen bien”, explicó Giraudo.
Sin embargo, el experto aclaró que las serpientes no buscan agredirnos. “Cuando se sienten atacadas y ven peligrar su vida: simplemente buscan defenderse. Una actitud muy importante sería dejar de atacarlas sin motivo, alejarnos de ellas cuando las vemos y evitar conductas que podrían llevarnos a un accidente”, apuntó.
Recaudos
En relación a la prevención, los especialistas recomiendan: utilizar botas de caña alta durante trabajos rurales o en caso de ir a pescar o al campo; mantener limpias las zonas alrededor de las viviendas rurales para ver mejor si se desplazan animales; manejar correctamente la basura para que no se junten roedores -principal alimento de las yararás y las cascabeles-, y no juntar escombros, ni elementos donde las serpientes puedan refugiarse.
Los datos recolectados por los investigadores se transfieren a la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia de Santa Fe, hospitales, médicos que trabajan con casos de ofidismo y son difundidos en escuelas, universidades y centros asistenciales.
El equipo liderado por Giraudo está compuesto por Vanesa Arzamendia, Roque Quaini, María S. López, Silvia Regner, Yanina Prieto, Javier Urban, Leonardo Leiva. La investigación fue financiada en el marco de los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT) de Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; los Proyectos de Estímulo a la Investigación (PEI) del CONICET; y del Curso de Acción para la Investigación y Desarrollo (CAI+D) de la UNL.
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