Lo dice la psicoterapeuta familiar Laura Gutman, autora de "La Revolución de las Madres", un libro de reciente aparición. Asegura que la leche de vaca produce rinitis, moco, otitis y asma al 50% de los bebés y que el calcio que contiene no logra ser bien absorbido.
Abordó otros temas como la bulimia, la anorexia y el sobrepeso.
Dueña de otros títulos
como "La Maternidad y el encuentro con la propia sombra",
"Puerperios y otras exploraciones del alma femenina" y
"Crianza, violencias invisibles y adicciones", Gutman
es
una acérrima defensora del amamantamiento como vínculo
estrecho entre madre e hijo y sostiene que "nutrir" no es
sólo alimentar, sino amar profundamente.
Consultada por Télam acerca de qué investigaciones avalan que la leche de vaca produzca alergias, rinitis, moco e incluso asma en el 50% de los lactantes, como sostiene en su libro, respondió que "a cualquier niño con moco, basta suprimirle la ingesta de leche de vaca, de todos los lácteos, de harina blanca y de azúcar. Y esperar dos o tres días para constatar los resultados".
¿Aconsejaría
quitarle la leche a un bebé que ya ha dejado de mamar y que
sufre otitis y rinitis a repetición?, se le preguntó.
"Por supuesto. Hace poco, una
madre cuyo hijito de 18 meses acababa de ser operado por otitis a
repetición, me contó: 'cuando le comenté a mi
médico este tema de la leche de vaca, me dijo que
era
verdad, pero que era más difícil recomendar a las
madres que supriman la leche que operar a los niños'",
respondió.
¿Pero entonces cómo se lo calcifica? "La leche de vaca tiene mucho calcio pero el ser humano no logra absorberlo. De hecho, la leche humana tiene mucho menos calcio que la de vaca. Pero hay infinidad de alimentos que contienen calcio de mejor absorción: todas las verduras, las legumbres, los porotos y los cereales integrales", expresó la especialista.
En diálogo con Télam, Gutman abordó otros temas como la bulimia, la anorexia y el sobrepeso -trastornos que analiza en su libro- y que según planteó, deberían tratarse desde el punto de vista del vínculo primario con la madre, puesto que el vínculo con el alimento es análogo al que se mantuvo con ella.
"En casos de madres con la mirada puesta en sí mismas o en otras problemáticas, es posible que en la niñez la hija haya formulado múltiples pedidos para ser vista. Al no lograrlo, decide cerrar la boca y simbólicamente ganarle la batalla al alimento, al hambre, a lo que sea nutricio, es decir, a la madre. Las anoréxicas suelen sentirse orgullosas de su triunfo", explicó.
¿Y las bulímicas? "Establecen la misma batalla pero la pierden, por eso se avergüenzan de sus atracones. También el sobrepeso es consecuencia de la necesidad de 'llenarse', a falta de una satisfacción emocional que reside en el pasado. Por eso, no sirve abordar estas problemáticas desde el control del alimento, sino comprendiendo el vínculo con la propia madre", dijo.
En su último libro Gutman refiere que "amar y ser amado es la cualidad básica del ser humano" y que en cambio, retener y acumular, no es innato, sino "una reacción contra el desamor" sufrido de niño, lo que llevó a preguntarle si piensa que la sociedad capitalista es el fruto de una mala infancia.
La autora también sostiene que dar de mamar exige perder toda autonomía, libertad y tiempo para sí misma, a lo que difícilmente una trabajadora pueda acceder más allá de sus 90 días de licencia. (Telam).
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