Una multitud aprovechó el asueto del Día del Trabajador, para acercarse al predio de Palermo donde se lleva a cabo la fiesta de la cultura.
Además de mirar, la mayoría de las personas se fue con un texto a casa.
Una verdadera multitud se dio cita ayer en la Feria del Libro y la gente
no sólo paseó sino que compró muchos libros, coincidieron en señalar
encargados de distintos stands, una afirmación avalada por la gran
cantidad de familias que se retiraban con bolsos en la mano, hojeando
una novela o algún texto escolar.
Desde el mediodía se formó
en pocos minutos una cola de tres cuadras que se fue engrosando
rápidamente en un preludio de lo que iría pasando durante la tarde, con
la entrada permanente de visitantes, en especial por la entrada de
Plaza Italia.
En ese lugar hubo que caminar a paso lento para atravesar la larga manga que conecta el pabellón ocre con el hall central.
En
los pabellones, y a pesar de la comodidad que ofrece el predio de La
Rural, la gente se agolpaba en algunos stands, sobre todo donde había
espacios infantiles, firma de libros, o numerosas ofertas.
En
Planeta, Ignacio Iraola comentó a Télam que se está vendiendo muy bien,
hoy más que los días anteriores, aunque todavía es pronto para hacer
una evaluación. Este año hay menos gente que en la edición anterior
pero me parece que batimos un record esta tarde. Así que no se puede
asegurar nada".
Un grupo de padres con sus hijos copaban las
instalaciones de Santillana en el sector de textos para la escuela,
incluso había zonas donde no se podía transitar. Margarita Fuentes, que
vino desde Burzaco y es docente, comentó que "los materiales para la
escuela de esta editorial son muy buenos".
En el stand de la
Biblioteca Nacional, se había corrido la voz que entregaban pequeños
libros con obras de autores clásicos de la literatura argentina, y el
paso de la gente por este lugar era incesante.
En Sudamericana
muchas personas se acercaron a preguntar a qué hora era la firma de la
chef Narda Lepes de su libro "Comer y pasarla bien". Había una larga
cola para pagar y los que estaban en el stand no daban abasto para
responder a las preguntas de la gente.
El público infantil se
volcó a los pequeños espectáculos que se realizaban o a mirar libros y
tanto en el espacio de Signar o Atlántida la cantidad de chicos era
imposible de contabilizar. Entre las presentaciones estuvo la de
Eduardo Rovner con su cuento "Teodoro y la luna", ilustrado por Luis
Felipe Noé.
Aunque todos se resisten a dar cifras, la mayoría
esboza una sonrisa y reconoce que las ventas van mucho mejor de lo que
esperaban, "por lo menos igual hasta ahora que el año pasado", deslizó
uno de los editores.
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