Tras analizar muestras de suero de 5594 vacas, investigadores argentinos observaron que la neosporosis, enfermedad que suele ocasionar aborto en bovinos, afecta con mayor frecuencia al ganado destinado para la producción de leche que al elegido para el comercio de carne. Agencia CyTA-Instituto Leloir.
Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista internacional Veterinary Parasitology.
De acuerdo con un estudio realizado en la pampa húmeda de la Argentina, la neosporosis, enfermedad que suele ocasionar aborto en bovinos tanto destinados a la producción de carne como de leche, es más frecuente en ganado explotado para la industria láctea, revela un trabajo publicado en la edición on line de enero de la revista Veterinary Parasitology, que depende del Colegio Europeo de Veterinaria Parasitaria, de la Asociación Norteamericana de Parasitólogos Veterinarios y de la Asociación Mundial para el Avance de la Parasitología Veterinaria.
“La neosporosis es provocada por un parásito unicelular, llamado Neospora caninum que tiene como hospedador definitivo al perro.A través de sus heces, el parásito ingresa al ganado por vía oral”, explicó a la agencia CyTA el doctor Dadín Prando Moore, investigador de Conicet, que se desempeña en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaría (INTA), en Balcarce. Y agregó: “El parásito puede llegar a la sangre y luego permanecer en el sistema nervioso central o infectar al feto, si es una hembra gestante.”
Según el experto, en el caso del bovino, el parásito puede permanecer latente por años y reactivarse en cada gestación infectando al feto, el que puede morir o nacer infectado, sin signos clínicos. “En caso de ser una hembra, ésta podría transmitir la enfermedad a su progenie durante a la gestación, siendo éste otro importante modo de transmisión de la enfermedad”, indicó Moore.
Con respecto a los signos clínicos de esa enfermedad, Moore señaló que la única manifestación observada “es el aborto en la hembra gestante y ocasionalmente los terneros o terneras infectados congénitamente pueden manifestar problemas motrices, como incapacidad para pararse y mamar al momento de nacer”. Y agrega que hasta el presente no se ha descrito a la neosporosis como una zoonosis, esto es, una enfermedad que afecta a los animales y a los seres humanos, “aunque existe evidencia de desarrollo de anticuerpos contra Neospora caninum en humanos. Si bien los humanos podemos estar expuestos al parásito, no hay evidencia del desarrollo de enfermedad por infección con este protozoo. Por otro lado, es importante mencionar que no existe riesgo por el consumo de carne ni leche bovina”, señala el especialista.
Los primeros trabajos que describieron esta enfermedad en el país en la década del 90 estuvieron a cargo de las doctoras Lucila y María Cecilia Venturini de la Universidad Nacional de La Plata y de los doctores Carlos Campero e Ignacio Echaide del INTA. A partir de sus trabajos, se ha avanzado en el conocimiento de esta enfermedad que afecta a la industria cárnica y lechera.
Estudio masivo
Entre 2003 y 2007, Moore, junto a un equipo de colegas del INTA Balcarce y de la Universidad de Pensilvania y de California, de Estados Unidos, analizaron muestras de sangre de 5594 vacas destinadas a la producción de carne y de leche para detectar la presencia de anticuerpos contra el parásito Neospora caninum. Dicho ganado pertenecía a productores de la provincia de Buenos Aires, del norte de Río Negro, del este de la Pampa, de Córdoba del sur de Santa Fe y de Entre Ríos.
La frecuencia de la enfermedad puedo determinarse a partir del análisis de las muestras de suero de las 5594 hembras bovinas, de las cuales se disponía de información adicional –enviada por el productor o veterinario contratado, que lo asesora– como tipo de explotación (carne o leche), antecedentes de abortos, categoría animal (vaquillona o vaca), estado reproductivo (preñada o no preñada). El total de esas vacas se dividieron en categorías tales como vacas para leche, vacas para carne, vaquillona lechera preñada y vaquillona para cría preñada, entre otras.
“Observamos que de un total 291 vacas para leche un 39,8 por ciento eran seropositivas al parásito, mientras que similar resultado fue observado en el 17,3 por ciento de 1190 vacas para carne. Y prosigue: “Aún no sabemos en forma precisa a qué se debe esta discrepancia en los porcentajes, pero es probable que se relacione con las diferencias en el manejo que se dan a los animales en los sistemas de producción de carne y leche en nuestro país”, indica Moore.
El especialista sostiene que esa diferencia podría deberse a que los bovinos para leche reciben alimento balanceado. “La preparación y suministro de alimento balanceado sugiere la existencia de sistemas de almacenamiento y procesamiento que serían más propensos a estar contaminados con las heces de los perros”, señala el especialista. “Asimismo, en este tipo de producción se registra una mayor concentración de animales por unidad de superficie. Si tenemos, por ejemplo, 10 metros cuadrados de una pastura contaminada con heces conteniendo huevos del parásito, al aumentar el número de animales por unidad de superficie habrá más animales infectados”, explica.
En ese contexto, las fuentes de agua y comida en los tambos serían más propensas a estar contaminadas que aquellas encontradas en los establecimientos para cría de bovinos para carne, destaca Moore.
De acuerdo con el experto, determinar la prevalencia de neosporosis en el ganado es de gran relevancia dado que su estudio permitiría delinear las estrategias de control y prevención. “En los bovinos tiene particular importancia porque la neosporosis produce abortos”, afirma.
Un estudio previo realizado sobre 666 casos, por el Grupo de Sanidad Animal del INTA Balcarce, reveló que el 10 por ciento de abortos, estaba asociados con esa enfermedad. En general sólo es posible establecer la causa del aborto bovino en el 45 por ciento de los casos siendo superior al 50 por ciento las causas desconocidas, afirma el investigador de Conicet. Y continua: “El parásito Neospora caninum se multiplica en la célula del hospedador y al propagarse ocasiona la muerte celular y de tejidos como la placenta y el sistema nervioso central, entre otros. Todo ese proceso está asociado con una respuesta inflamatoria del organismo.”
En la actualidad los programas de control se basan en interrumpir el ciclo parasitario impidiendo que los huevos contaminen las fuentes de agua y comida de los bovinos o que los perros ingieran comida infectada, y en la identificación de los animales infectados, quedando a voluntad de los productores la eliminación de los animales infectados. “Nuestro grupo de investigación trabaja en el desarrollo de potenciales vacunas para prevenir la enfermedad, sin embargo, es necesario coordinar tareas con el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA) para establecer las medidas o programas para prevención y control de esta enfermedad”, asegura Moore.
Para lograr ese objetivo, el investigador sostiene que es importante que continúe la colaboración entre diferente actores, como viene sucediendo desde hace varios años entre el Grupo de Sanidad Animal del INTA Balcarce, investigadores del Laboratorio de Inmunoparasitología de la Universidad Nacional de La Plata y el INTA de Castelar y Rafaela. Los estudios contaron con el financiamiento de la Secretaría de Ciencia y Técnica como así también la cooperación de los productores y veterinarios de la actividad privada.
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