Los especialistas advierten que muchos jóvenes egresan del secundario desconcertados y con regular preparación. La luz de alarma debe encenderse cuando el cambio es constante. Universitarios que no pueden canalizar sus deseos, sufren patologías físicas o emocionales.
“El padre muchas veces influye en la sensación de frustración del joven porque espera que su hijo sea lo que el no pudo”, djio la licenciada en Psicología, Carmina Varela.
Un sin número de estudios y relevamientos realizados a nivel nacional dan cuenta que en Argentina no solo existe un altísimo nivel de alumnos repitentes en los niveles primario y secundario, sino además, un porcentaje elevado de jóvenes que llegan al ámbito universitario sin un conocimiento real de su vocación o proyección a mediano y largo plazo. Existen chicos con gran personalidad que pueden torcer ese rumbo, dicen los expertos, pero otros que terminan cayendo en una crisis, provocada pura y exclusivamente por esta transición.
La licenciada en Psicología, Carmina Varela, asegura que debe un estudiante que está por ingresar a la universidad debe prestar especial atención a su personalidad, sus deseos y sus aspiraciones dentro del mercado laboral. “Son muchas las variables que van a marcar el rumbo profesional de una persona. Sus valores, sus preferencias, sus metas”, afirma la especialista.
Aunque pareciera haberse terminado el modelo tradicional de que “tengo valor solo si soy profesional”, la presencia y el acompañamiento de los padres en esta etapa de cambio, es fundamental. “El padre muchas veces influye en la sensación de frustración del joven porque espera que su hijo sea lo que el no pudo. De esta manera, no permite que el estudiante desarrolle su personalidad y, por lo tanto, que no pueda conocer cuáles son sus verdaderos deseos”, concluye Varela.
María Celia Nahra
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