La Paz, 24 mar (ABI) – La campaña electoral estalló prematuramente en Bolivia, a nueve meses de los comicios generales, mientras se cocina a fuego lento un frente único de derecha para enfrentar en las urnas al presidente Evo Morales; y un proyecto de ley electoral, remitido al Legislativo por el mandatario de izquierdas, se aloja en la nevera del Senado controlado por la oposición.
La campaña boliviana se perfilaba más caliente que nunca y lindaba los electorados bolivianos, aún no mesurados formalmente, en Argentina, de lejos el más representativo, España y Estados Unidos, desde donde el derrocado presidente ultraliberal Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-97 y 2002-03), acusado de genocidio, tanteaba en la política criolla por vía de marcapasos.
El ex ministro de Defensa, Carlos
Sánchez Berzaín, portavoz en EEUU del depuesto Presidente autoexiliado
en ese país desde octubre de 2003, caldeó las arenas de la política
criolla la semana pasada cuando acusó a Morales se instalar en el país
andino, un régimen autoritario, pese a la libertad que ejercían él y el
medio que lo entrevistó para expresarse públicamente.
La temperatura electoral calentaba en los bandos ideológicos que se
enfrentarán nítidamente y sin matices el domingo 6 de diciembre:
izquierda contra derecha, es decir Evo Morales y lo que representa,
versus, una coalición de opositores que encara el desafío de vencerlo
en las urnas.
Derecha y mucho menos izquierda no han podido cuajar frentes únicos
en la historia política en Bolivia, caracterizada, por el contrario,
por la disgregación y luchas intestinas irredimibles en ambos frentes.
En las elecciones de 1980 que abrió horizontes para la izquierda
boliviana, con la cosecha de 9% de los votos por el Partido Socialista
Uno, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, luego asesinado por sicarios de una
dictadura militar, la izquierda boliviana, liderada por una clase
intelectual urbana heredera de las ideas expandidas por la revolución
internacionalista del comandante guerrillero Ernesto “Che” Guevara,
muerto en Bolivia en 1967, no supo domar el potro del poder,
sempiternamente ejercido por la derecha local, y dejó desbaratar el
proyecto que encarnó el ex presidente progresista Hernán Siles
(1982-85).
Los primeros cabildeos en la perspectiva de los comicios de
diciembre se entretejen con una campaña política de varias aristas que
trata de capitalizar los yerros del gobierno de Morales y de
desvirtuar, con fuerte acento mediático, sus aciertos.
El primer indicador de los aprestos electorales lo aportó el
indígena quechua Alejo Véliz, jefe de Pulso, un partido embrionario,
mientras toma forma la candidatura del ex presidente aymara, Víctor
Hugo Cárdenas (1993-97) que se puso en sintonía después de 12 años de
perfil bajo cuando un cabildo de comunarios se tomó por la fuerza la
vivienda campestre de aquél y maltrató a su esposa e hijo en medio de
un inopinado despliegue mediático.
También se ha puesto en liza el ex presidente Carlos Mesa
(2003-05), periodista e historiador y sucesor del derrocado Sánchez de
Lozada.
Mesa, que busca representar a segmentos de votantes en
emplazamientos urbanos, ha pedido públicamente considerar su potencial
candidatura únicamente como presidente y no como vicepresidente del
enjuiciado por genocidio Sánchez de Lozada, cuya sombra afecta también
a Cárdenas, que acompañó al ex presidente ultraliberal en la gestión
1993-97, cuando se privatizó la mayor parte de las empresas estatales,
inclusive las estratégicas.
En el furgón de derechas se ha montado también el alcalde mestizo
de Potosí, René Joaquino, un ex albañil y abogado que mantiene un nicho
electoral en esa ciudad del sudoeste de Bolivia, donde Morales ha
puesto varias veces a prueba su popularidad indeclinable, pese al
escándalo por corrupción que envolvió a su antiguo compañero de lucha,
Santos Ramírez, encarcelado por la administración irregular en la
empresa estatal de petróleos.
Prefectos radicalmente opuestos a Morales de los departamentos de
Santa Cruz, Chuquisaca, Beni y Tarija, aglomerados en un Consejo
Nacional por la Democracia (Conalde), sirven de puntal a las
pretensiones del proyectado frente único contra Morales que ha
incorporado en la nueva Constitución el régimen de autonomías, bandera
hasta enero último de ese bloque contestatario de autoridades locales.
El Conalde esgrime a la prefecta indígena de Chuquisaca, la
indígena Savina Cuéllar, como su carta brava para contrarrestar el
ascendiente de Morales en el electorado indígena del subandino
boliviano.
El prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, es la punta de lanza de la
oposición empresarial de esa región pulmón de la economía boliviana, al
punto que Véliz ya le ha propuesto formar parte de su Pulso y
postularse a la Vicepresidencia del país.
El poder agroganadero de Santa Cruz, urgido por la poda de tierras
en latifundios en el próspero oriente boliviano, que encara Morales
para redistribuirlas entre campesinos guaraníes desposeídos, apuesta a
la candidatura del titular del Senado, Oscar Ortiz, que busca sacudirse
de la influencia de su jefe Jorge Quiroga, ex presidente conservador
(2001-02) y líder de la principal formación de oposición Poder
Democrático y Social (Podemos).
Ortiz se presenta como la única posibilidad que tiene un oriundo de
Santa Cruz con alguna posibilidad de captar votos a nivel nacional,
según analistas locales.
Las luces en el cuadrilátero boliviano se habían encendido pese a
que el Senado, liderado por Ortiz y que controla Podemos, retiene un
proyecto de ley para la transición del antiguo al nuevo régimen
electoral, crucial para canalizar los comicios de diciembre y también
los de abril de 2010, cuando se seleccionarán a nueve prefectos y 327
alcaldes en Bolivia en las ánforas.
El proyecto de ley entraña el voto de bolivianos en el extranjero y
un fijo de 14 escaños en el Congreso para minorías étnicas, lo que la
oposición tacha como nicho seguro del Presidente indígena.
Los bolivianos en el extranjero sólo votarían para elegir Presidente y Vicepresidente.
En momentos que los partidos tradicionales, el Movimiento
Nacionalista Revolucionario, de Sánchez de Lozada; Podemos y su matriz
Acción Democrática Nacionalista, del desaparecido ex dictador Hugo
Banzer y la centroderechista Unidad Nacional (UN), del empresario
cemento Samuel Doria Medina, se encuentran de capa caída, en la peor
crisis del sistema partidario en Bolivia, el Movimiento Al Socialismo
(MAS), de Morales, ha anunciado la apertura de su campaña el jueves en
Potosí.
El vicepresidente Alvaro García Linera, ha desahuciado a cualquier
candidato que quiera afrontar a Morales, imbatible en cinco consultas
populares desde diciembre de 2005.
“Siempre va a haber candidatos, es saludable, pero mi lectura es
que todavía estamos con los globos de ensayo. Todos se sienten
candidatos. La verdad de sabrá en julio y agosto. En términos reales y
fríos está claro que no hay una candidatura que ahora se contraponga a
la fuerza histórica que representa el presidente Morales”, afirmó.
Al corriente con esa interpretación, Doria Medina llamó a la
oposición boliviana a no equivocarse y a conformar “un frente único”
con posibilidades de tutear a Morales en las elecciones que se avecinan.
El semanario La Epoca, sensible al proceso de cambios que capitanea
Morales, ha definido este cuadro como “La Madre de las Batallas”.
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