Beber alcohol en exceso y conducir un auto implica un riesgo que no es percibido por la conciencia, afirmaron especialistas que sostienen que existen muchas fantasías omnipotentes sobre que las personas son invulnerables al alcohol. Peor resulta cuando se mezcla alcohol con ansiolíticos.
El que bebe y conduce debe saber que no es un transgesor sino un potencial criminal.
No obstante, las altas cifras de accidentes en general y en particular debido al alcohol revelan que una persona que bebió está muy expuesta a tener un accidente que no sólo lo afecta a él, sino a sus acompañantes y a quien se le cruce en el momento en el que, sin darse cuenta, perdió el control de la situación.
"El alcohol produce una depresión de la conciencia y una desinhibición de los impulsos", dijo a Télam la especialista María de los Angeles López Geist, psiquiatra, vicepresidenta del área de Medios y Vida Cotidiana de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
¿Qué es lo que lo hace sentir seguro a un individuo, que piensa que puede manejar sin problemas aunque haya bebido más de la cuenta, y que no registra que pone en peligro la vida de otros?
¿Y qué pasa con los acompañantes que aceptan subir al auto sabiendo que el conductor bebió de más?
López Geist destacó que "la palabra 'accidente' es adecuadamente cuestionada, ya que si algo es evitable ya no estamos ante un accidente sino ante una negligencia".
Dijo que una situación muy común se da en personas que no tienen problemas psiquiátricos pero ingieren ansiolíticos (que son los medicamentos más recetados en los últimos años), y a la hora de beber alcohol, olvidan que se produce una potenciación del efecto.
En estos casos "el índice de alcoholemia es bajo, pero la alteración de la conciencia es superior porque no se miden las dosis de ansiolíticos en sangre".
A su vez, precisó que "los adictos al alcohol desarrollan en una alta proporción toda una gama de alteraciones psiquiátricas también incompatibles con la conducción de un vehículo".
La experta señaló que estas alteraciones psiquiátricas "están poco evaluadas, ya que alguien puede estar cursando una abstinencia mientras conduce un vehículo y que su alcoholemia no arroje resultados positivos".
Agregó que otra situación que se observa con altísima frecuencia es que "bajo la alteración del pensamiento crítico que produce el alcohol, subyace un trastorno que también altera la capacidad de responsabilidad del individuo".
Para la psicóloga Valeria Santana, coordinadora del Departamento de Psicología del Tránsito de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (Apba) e integrante del Gabinete Psicológico de la Dirección General de Licencias porteña, "el alcohol, aunque se trate de una pequeña cantidad, afecta la conducción".
"Quienes transgreden ponen en riesgo su propia vida y la de los demás", dijo la especialista que participará de las IV Jornadas Nacionales de Psicología del Tránsito, el 23 y 24 de abril.
En referencia a la percepción del riesgo por parte de los conductores, Santana sostuvo que "quienes habiendo ingerido alcohol se suben al vehículo, seguramente conocen los potenciales riesgos de tener un incidente a partir de mayores dificultades en la coordinación o en los tiempos de reacción, y a pesar de ello transgreden".
Las características personales de este grupo de personas que pueden asumir riesgos habiendo evaluado la situación potencial de peligro, "los llevan a minimizar la ocurrencia efectiva del accidente y las consecuencias", expresó.
La especialista planteó la necesidad de abordar en forma interdisciplinaria y en profundidad las causas de la transgresión a la ley, y el desinterés por los límites de las personas que conducen violando las normas.
Destacó que la percepción y la propensión al riesgo de los distintos actores de la vía pública y los procesos psíquicos intervinientes, son un tema en investigación que convoca a psicólogos y a otros profesionales vinculados al tránsito.
En este sentido, dijo que modificar conductas que implican el respeto hacia los demás en una cultura de la transgresión de la que somos parte "no es una tarea sencilla".
"Puedo sugerir que hay que contribuir a la formación y educación vial de los ciudadanos, pero también, apuntar a hacer consciente en los sujetos la vulnerabilidad de cada uno".
Recordó que en la Ciudad de Buenos Aires rige la ley 2148 Código de Tránsito y Transporte que prohíbe conducir cualquier tipo de vehículo con una alcoholemia superior a 0,5 gramos por litro de sangre.
Para motocicletas o ciclomotores es 0,2 gramos por litro de sangre, y para vehículos destinados al transporte de pasajeros, de menores y carga, está totalmente prohibida su ingesta. (Télam)
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