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16/03/2009 - En General

Fernando Lugo, el MERCOSUR religioso y la religión Bahai

La semana pasada en Asunción del Paraguay se desarrolló el encuentro del “MERCOSUR religioso”, convocado por el presidente de ese país, titular pro tempore del Mercado Común del Sur y ex obispo católico. El encuentro cerraba perfectamente en el marco de llevar el pacto regional a la totalidad del quehacer social superando lo estrictamente económico.

Así es que era inevitable que MERCOSUR Noticias se ocupase del tema. Por lo tanto había que buscar, leer y editar la información pertinente. En las publicaciones aparecía la ecumenicidad de la convocatoria  del presidente Fernando Armindo Lugo: cristianos de todo tipo, judíos, musulmanes, creencias aborígenes y todo lo que se pueda ocurrir.

Entre este último rubro, en alguna publicación –porque no aparecían en todas- leo sobre la participación de los baha’i. Lo más probable es que para la mayoría ello haya pasado inadvertido y hasta alguien puede haber pensado, si le prestó alguna atención, que se trataba de alguna creencia americana supersite de la barbarie colonialista.
 
No es así. Al leerlo, rápidamente me acordé de algunas. Una de ellas, un tanto imprecisa, sobre algo que debí escribir en Télam en los años 70, antes de ser cesanteado por el Proceso, sobre la visita de algún dignatario baha’i que luego seguía viaje a Asunción del Paraguay donde había una comunidad de cierta importancia.
 
No mucho tiempo después, ya echado de Télam, en septiembre de 1976, trabajando también para el matutino “ La Opinión ” que dirigía Jacobo Timerman, fui enviado a Israel donde estuve aproximadamente un mes. Y la mayor parte de ese tiempo estuve radicado en la ciudad de Haifa, a orillas del Mar Mediterráneo, puerto clave del Oriente Próximo.
 
Aunque me alojaba en el “Zion Hotel”, en el centro de la ciudad, pasaba mucho tiempo en el hotel “Dan Carmel”, en la cima del Monte Carmelo, el mismo en cuyas laderas está el famoso convento de las Carmelitas Descalzas y por cuyas entrañas corre un pintoresco subterráneo, el “Carmelit” una obra ingenieril de la cual, parafraseando el romance de Amenábar cuando habla de la huerta del castillo de Generalife,  “par no tenía”.
 
Mirando hacia abajo, siempre sobre la ladera del Carmelo, se veía un edificio de una gran belleza, con aspecto de mezquita musulmana. Pensaba que se trataba de una construcción que había pertenecido a los tiempos en que por esa zona reinaba el Islam para el culto de Alá predicado por Mahoma en la región catorce siglos antes.
 
Rachel, una bella joven judía que cumplía funciones en el “Dan Carmel” donde estaba asignada a trabajar en unos juegos olímpicos de ajedrez, me desasnó. No era una mezquita musulmana sino baha’i y que en la región había una cantidad de practicantes de ese culto, con el agregado de que solía llegar otra buena cantidad de iraníes a visitarla. Así que hice mi caminata de unos 400 metros y la visité.
 
“Labrados a maravilla”, dijo Amenábar al rey, cuando habla de los Alijares. Así son sus jardines e impactante la belleza interior del edificio en el que se siguen rigurosamente las reglas de la simetría donde todo está cubierto por pétalos de flores. Fue así que me interesé en esta suerte de religión filosófica o de filosofía religiosa de la que apenas, poco antes, había tenido noticias.
 
¿Cuáles son sus principios, llamémosle sociales?: la igualdad del hombre y la mujer; la armonía de la ciencia y la religión como dos sistemas de conocimiento complementarios que deben trabajar juntos para contribuir al bienestar y progreso de la humanidad; el abandono de todo prejuicio; el establecimiento de una mancomunidad mundial de naciones; el reconocimiento del origen común y la unidad de propósito fundamental de todas las religiones; las soluciones espirituales a los problemas económicos y la eliminación de obstáculos y restricciones al comercio; la eliminación de los extremos de pobreza y riqueza; y la adopción de un idioma auxiliar mundial, un alfabeto mundial y un sistema universal de moneda y de pesas y medidas.
 
Más allá de estas cuestiones filosóficas, casi indiscutibles, tienen sus creencias religiosas específicas como que el propósito de la vida consiste en conocer y adorar a Dios, adquirir virtudes, promover la unidad de la humanidad y una civilización en constante progreso; que la humanidad fue creada por un solo Dios y los hombres pertenecen a una sola raza; que el trabajo realizado con espíritu de servicio es considerado un acto de adoración; y que Dios ha destinado para el alma, que es creada en el momento de la concepción, la vida después de la muerte, donde seguirá progresando hasta lograr la presencia de Dios.
 
Para lograr ello practican la oración diaria y la comunión con Dios; exaltados principios morales, entre ellos la honradez, la castidad y la honestidad; la búsqueda independiente de la verdad; una vida dedicada al servicio de la humanidad; la confraternidad con los seguidores de toda religión; el rechazo del materialismo excesivo, a la afiliación a partidos políticos, a la murmuración, el alcohol, las sustancias adictivas y los juegos de azar.
 
Los baha’i carecen de clero y se administran por consejo locales, nacionales e internacionales elegidos por la comunidad. Son monoteístas y tienen normas y calendarios. Según afirman, aunque muy minoritarios, son la religión más extendida en cuanto a numero de países del planeta en que se encuentra organizada después del cristianismo, 192. Virtualmente está en toda América Latina y tiene su centro en Santiago de Chile para Suramérica y en la ciudad de Panamá para Centroamérica. Además hay fieles en muchos otros países sin estructura formal. Se dice que son más de 30 millones.
 
Su historia es breve, como que esta fe fue anunciada el 23 de mayo de 1844, lo que la hace la más joven entre todas las religiones.  Su profeta fue un joven comerciante persa de 25 años llamado Siyyid Ali Muhammad, procedente de Shiraz, la patria del vino al que cantó en sus "Rubayatas" el matemático Omar Khayyam, el mismo que descubrió el método para descifrar la raíz cuadrada.
 
Se autotituló Bab, la puerta, como Jano entre los romanos. Era el mensajero al que seguiría otro mensajero aún mayor.  Su prédica se expandió rápidamente por lo que el clero chiita impulsó su represión. Se dice que la matanza llegó a unos 20.000 baha’i. El Bab fue encarcelado y ejecutado el 9 de julio de 1850 en Tabriz. Uno de sus seguidores, Bahá'u'lláh, asumió la conducción reconocido como el heredero del Bab. En 1852 fue apresado y desterrado a Bagdad, entonces parte del Imperio Otomano.
 
Tuvo una vida de elucubraciones y escritos religiosos y filosóficos, enmarcada en persecuciones y prisiones, en tanto sus seguidores crecían por el mundo, especialmente en Persia. Fue, junto con Mahoma, el único profeta que dejó escritos. Falleció el 29 de mayo de 1892, precisamente, en Haifa, en esa finca sobre la ladera del Monte Carmelo, por lo que esa mezquita que visité es el principal centro de los baha’i, ya que allí reposan sus restos. 


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