La hipertensión arterial es una enfermedad frecuente que no causa síntomas en la gran mayoría de los casos e implica un elevado riesgo para personas de cualquier condición.
La presión arterial es la fuerza ejercida por la sangre contra las paredes de las arterias.
Todo el mundo ha de tener cierto grado de presión arterial para que la sangre llegue a los órganos y músculos del organismo.
Tanto la presión máxima como la mínima son importantes, y por eso la medición tiene siempre dos componentes. La "presión sistólica" a la cifra más alta, y "presión diastólica" a la más baja.
La presión arterial se expresa mediante un par de valores: 120/80 ó "120 sobre 80". Que es el valor más frecuentemente encontrado en población sana. Esto es así porque la presión que la sangre ejerce sobre las arterias no es siempre la misma. Se alcanza la máxima presión cuando el corazón bombea. Entre latidos, cuando el corazón está en reposo, la presión desciende a su nivel más bajo.
Se considera ya definitivamente anormal el tener valores constantemente en una medida igual o mayor a 140/90 y así es como se define a la hipertensión arterial.
Cuando la presión arterial sube demasiado y se mantiene así, con el tiempo puede lesionar las arterias y los delicados órganos internos del organismo: riñones, corazón, cerebro o partes del ojo. La hipertensión arterial también obliga al corazón a trabajar más, lo que puede terminar por modificarlo. En consecuencia la hipertensión finalmente lo que provoca es una reducción en los años de vida.
Se la llama "el asesino silencioso" porque, generalmente, no causa síntomas durante muchos años hasta que lesiona un órgano vital, como el corazón, el cerebro o los riñones. De ahí, la necesidad de hacerse controles periódicos de la presión arterial desde edad temprana y aunque no aparezcan síntomas.
Los jóvenes también pueden tener hipertensión arterial. Aunque muchos casos de hipertensión no se diagnostican hasta después de los 60 años, la mayoría se desarrollan antes de los 45.
Por lo que es importante cambiar hábitos en el estilo de vida que pueden ser perjudiciales, como el exceso de peso, sedentarismo y tabaquismo.
Es conveniente la reducción de la grasa de la dieta, sobre todo de las grasas saturadas, (pricipalmente de origen animal) le ayuda de dos formas, facilita la pérdida de peso y ayuda a reducir el colesterol.
La mayoría de las personas diagnosticadas de hipertensión la tienen en grado "leve". Pero hay que tratar toda hipertensión, por muy "leve" que sea. La hipertensión leve daña las arterias un poquito todos los días. A la larga, quizá se encuentre ante un problema grave que podría haberse evitado, consulte periódicamente a su médico.
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