La noticia de los estudiantes chilenos asesinados por un racista en EEUU conmocionó al mundo. A pesar de que en nuestra provincia no se llegó todavía a ese extremo, la discriminación por ser negro, pobre, judío, homosexual, boliviano, drogadicto o del interior, entre las principales, son una constante. Por Sebastián Ganzburg.
Es fundamental reveer estas actitudes.
La noticia del asesinato de los estudiantes chilenos en EEUU por su condición de latinoamericanos me causó tanta indignación como asco, sin embargo no es ninguna sorpresa. La discriminación es un problema mundial que aun en el siglo XXI no podemos resolver. La muerte de estos jóvenes chilenos solo confirma el alto grado de violencia de aquella sociedad.
Lo mismo ocurre en Europa. Haciendo un poco de memoria podemos retrotraernos al 2007 cuando franceses persiguieron a miles de árabes que vivían en barrios humildes y mataron a un importante número de personas. España tampoco escapa a semejante locura, los sudaka, como nos conoce por haber nacido del otro lado del Atlántico, somos un poco más que mierda para quienes cometieron el genocidio más grande de la humanidad hace 500 años en Nuestra América.
Pero no hace falta ir tan lejos para demostrar lo grave del asunto. En Tucumán las discriminaciones son parte de la cotidianidad y nadie dice absolutamente nada. Ser judío, negro, pobre, homosexual, boliviano, o drogadicto tienen connotaciones negativas.
El que peor la pasa es el pobre, mejor conocido como negro. De esta manera no faltan las voces de padres que dicen a sus hijos, ¡cómo te vas a juntar con ese negro de mierda! Haciendo alusión al color de piel que por lo general es marrón pero fundamentalmente a su condición de indigente. Para esta “gente” existe el negro y el negro de alma. En la segunda categoría entran aquellos que nacieron en una villa pero son blancos. Es decir para esta parte de la sociedad ser pobre es igual a negro.
El boliviano es pobre, negro y sucio, según algunos co provincianos. Lo invito a que asista a algún partido de Atlético o San Martín contra algún equipo salteño o jujeño y se sorprenderá. Porque boliviano hijo de puta es lo más sutil que se escucha para insultar al rival.
Si bien no existe una persecución a los judíos, solamente por portar un apellido con esas raíces es suficiente para desvalorizarlo. El ejemplo más claro es Alperovich. Me tocó asistir a innumerables movilizaciones y en no pocas oportunidades escuché a los manifestantes corear a cuatro vientos ¡judío hijo de puta! Se sintió últimamente en las protestas de los puesteros del Mercado del Norte y también en boca de los jubilados que los miércoles reclaman el 82% móvil. Esto nada tiene que ver con estar o no, de acuerdo con su gestión. ¡Y qué decir nivel nacional de las declaraciones del Obispo Williamson que negó el holocausto!
Tampoco puede dejar de considerarse la homofobia imperante. Ser lesbiana, travesti, gay o transexual es sinónimo de inmoralidad, indecencia y hasta de mala persona. Entre los hombres, en una sociedad absolutamente machista, para descalificar es muy frecuente decirle al otro: “sos gay, puto o maricón”.
Por último el drogadicto es casi un criminal. Jamás un pobre enfermo a quien es necesario ayudarlo para que salga de semejante flagelo.
Y finalmente quienes llegan desde el interior de la provincia, "del campo", también sufren estas lamentables actitudes, por el delito de no haber nacido en la capital. De esta manera son "ignorantes".
Estas son las principales causas de discriminación en Tucumán. Sin dejar de condenar lo sucedido en EEUU con ese impresentable personaje que asesinó a dos jóvenes y dejó malheridos a tres más, por ser inmigrantes, creo que nuestra sociedad no está exenta del tema, por lo tanto a nadie debería sorprenderle lo ocurrido en el país del norte.
Por suerte, todavía, no llegamos a esos extremos, aunque estemos a un paso.
Sebastián Ganzburg
sebaganzburg@gmail.com
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