Oruro (Bolivia) 22 feb (ABI).- La calle La Paz, en la zona norte de Oruro, se mostraba ajetreada. Eran las 15h00 locales del pasado viernes. Allí, jóvenes, devotos, bailarines y folcloristas en general caminaban presurosos por recoger sus trajes y coloridas máscaras, algunas de ellas tocadas con plumas naturales y hechas en base del caparazón de Armadillo (Quirquincho), especie de roedor en peligro de extinción.
Por Marcelo Padilla Arce
Apenas aguzando la vista, en los
puestos de venta de la callejuela también se encuentran a la venta
matracas, penachos o toberas, plumas, caparazones y otras prendas
confeccionadas en base de miembros cercenados de animales en vías de
extinción.
Es el lado oscuro del Carnaval, del fastuoso Carnaval de Oruro.
Los artesanos y bordadores están conscientes de que el comercio de
partes de animales está prohibido, pero en los hechos no hay ley que
ponga coto y evite el atentado a la vida, a la fauna silvestre y de
especies en peligro de desaparición.
A un lado de la acera, sobre la misma calle La Paz, a unos metros
del ‘taller Flores’, yacían restos desbaratados de quirquinchos o
armadillos cuyo caparazón es apetecido por fabricantes de ropa para
danzarines.
Cada caparazón cuesta entre 100 y 150 bolivianos en el mercado ilegal.
Los quirquinchos como comúnmente se los conoce están a un pelo de extinguirse de los arenales de Oruro.
Al día siguiente, ya en la Entrada de Peregrinación y el mismo
domingo de Carnaval,por la avenida del Folclore y otras, las
fraternidades (comparsas) Morenada Central y Morenada Comunidad
"Cocani", las mejor ruputadas, lucían ostentosos caparazones de
quirquinchos en sus matracas, instrumentos musicales que transmiten
sonidos cansinos.
Las máscaras llevaban incrustadas plumas de avestruces que
adornaban las cabezas de bellas mujeres cuyos sobreros están tocados,
además, con partes de Pavo Real.
¿De dónde provenían esas partes de animales?: "de una calle La Paz", espetó desprevenido un comerciante.
Las plumas de flamencos se comercializan como cualquier producto
legal en bazares céntricos, a dos cuadras de la plaza 10 de Febrero
sobre la calle Adolfo Mier, en el corazón de Oruro.
Cada pluma de flamenco tiene un precio de entre 50 y 70 bolivianos (alrededor de los 5 dólares).
Los bordadores confeccionan los penachos (especie de plumeros) que van sobre la cabeza de los tobas, a 300 dólares cada uno.
El negocio es redondo.
Los mascareros o artesanos de máscaras, también conocidos como
hojalateros, usan en la confección de sus productos para las
fraternidades de diablada, como la Ferroviaria, Auténtica, Artística,
Urus y otras, cóndores disecados, ave en trance de extinción y, por si
poco fuera, emblema nacional.
Cada máscara de este tipo tiene un precio mínimo de 300 dólares.
Pero también hay confeccionistas cuya especialidad son los trajes
exclusivos de cóndores. Cada traje elaborado con plumas de este ave
cuesta 250 bolivianos, poco más de 30 dólares.
El sábado y domingo de Carnaval también se observaron fraternidades
de Suris (danza estilizada del altiplano andino, de agradecimiento a la
Pachamama o diosa de la tierra) que usaron una vez más plumas de suris,
aves de la misma familia delflamenco y parihuana.
Cada pluma de suri que realza los sombreros de danzarín vale entre 20 y 30 bolivianos (alrededor de 5 dólares).
Estos son algunos de los extremos en los que incurrió el Carnaval
de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Ora e Intangible de la Humanidad,
declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación
la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).
Para Anakarlem Mercado, folclorista e integrante de los caporales
centralistas y coordinadora internacional de la Sociedad Protectora de
Animales y su Medio Ambiente (Soprama - Bolivia), "urge una ley
específica" que regule los mecanismos de protección a la vida de los
animales, cuyas osamentas se transan como preciada mercancía en
actividades folclóricas bolivianas.
"Las autoridades deben tomar en cuenta que Bolivia es uno de los
países más ricos en biodiversidad y para ello necesitamos contar con
una ley específica para la protección de los animales y así frenar la
depredación de especies en peligro de extinción en eventos folclóricos
como el Carnaval de Oruro", enfatizó en declaraciones a la ABI.
Mercado recordó que en Bolivia está vigente la Ley de Medio
Ambiente, promulgada el 27 de abril de 1992 que prohíbe y reglamenta la
caza y el comercio indiscriminado de animales y especies en extinción.
"El que inicie, capture, promueva y/o comercialice el producto de
la cacería, tenencia, acopio, transporte de especies animales y
vegetales o de sus derivados sin autorización o que estén declarados en
veda o reserva, poniendo en riesgo de extinción a las mismas, sufrirá
la pena de privación de libertad de hasta dos años", sanciona la norma.
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