El impulso del carnaval siempre levanta el espíritu brasilero, no importan las circunstancias. Ahora no es diferente. La tensión del sistema financiero global, el colapso de los precios de commodities y la deceleración de la actividad económica no pueden con el optimismo del país. El optimismo debiera ser lo que exporte Brasil.
Por Walter Molano (x)
Ayudaría a revertir la oscuridad que
ha llegado al resto del planeta. Sin embargo, los cracks están
apareciendo en Brasil, y es evidente que pronto sufrirá de la
catástrofe global. La información de la semana pasada era
desalentadora. La inversión extranjera cayó un 60 por ciento en enero a
un 1.900 millones de dólares estadounidenses y la caída se espera
también para febrero. El último enero estaba en u$s 4.800 millones.
La
información para este mes muestra que el rango del FDI (Inversión
Directa Extranjera) va de u$s 1.500 millones a u$s 1.800 millones. A
final del año el FDI llegó hasta u$s 8.100 millones, pero las compañías
están cancelando sus proyectos. Unas semanas atrás, Petrobras redujo
sus planes de inversión en un tercio.
La última semana CVRD
hizo un anuncio parecido. Roger Agnelli dijo que será difícil para una
empresa llegar u$s 11.000 millones en nueva inversión. Los planes
originales eran de u$s 14.000 millones. La caída en fluidez de capital,
más el deterioro de las cuentas de intercambio, pintan un cuadro feo
para el real brasilero.
La moneda ya está perdiendo terreno.
Por suerte la intervención del Banco Central lo está haciendo un
proceso ordenado. Empero, la experiencia reciente del mercado de los
países emergentes muestran que una devaluación ordenada puede ser una
ruta si es que hay una inesperada pérdida de confianza.
Desafortunadamente, Brasil está con números macroeconómicos que
defraudan. Los bancos están acuchillando facilidades de crédito, a
pesar de la fuerza del sistema general financiero. Préstamos para
automóviles están desapareciendo. Esto está teniendo sus efectos para
la industria.
Como resultado, muchas compañías están
despidiendo gente. IBGE (Instituto Brasilero Geográfico Estadístico)
informó que el desempleo en las 6 áreas metropolitanas más importantes
fue a un 20,6 por ciento. En otras palabras, el desempleo en estas
ciudades crecieron 323,000 en un mes. Este fue el mayor incremento en
desempleo desde que la IBGE comenzó con las series.
Sao
Paulo sufrió la peor, con un incremento del 32 por ciento. Muchas
compañías siguen anunciando despidos. Embraer, la empresa del estado de
aviones, fue la más reciente con 4,200 trabajadores. El gobierno
brasilero está comenzando a darse cuenta de las condiciones de crédito,
y Lula está utilizando a los bancos estatales para llenar los agujeros.
El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES)
está siendo una importante fuente para las empresas y el presidente
está prometiendo que el Banco de Brasil expandirá sus facilidades de
préstamo. Las condiciones de reajuste están induciendo a muchas
multinacionales a recortar la repartición de dividendos, usando los
ahorros para financiar operaciones.
El deterioro de la
economía brasilera está coincidiendo con una nueva ola de escándalos
políticos. La revelación más impactante fue con el senador Jarbas
Vasconcelos con 43 años de servicio público. Jarbas dijo que la mayoría
de los miembros de su partido estaban interesados en ganancias
personales y corrupción. Su ataque al Partido del Movimiento
Democrático Brasilero, vino después de que el partido haga una campaña
para re elegir a Jose Sarney, una figura controvertida, como presidente
del senado en vez de que sea Tiao Viana, que estaba mucho más
interesado en restaurar la esperanza pública de la legislatura.
El
senador apuntó a Luiz Inácio Lula da Silva, diciendo que la gran parte
de sus programas de ayuda social fueron sólo mecanismos para comprar
votos. Como se ha dicho por muchas personas, Jarbas indicó que el
presidente del Brasil hizo mucho o poco para sacar ventaja del "boom"
de los commodities.
El probable nombramiento de la ministra
Dilma Rousseff como la posible reemplazante de Lula sugiere una
continuación de lo mismo. Sin embargo, no está claro que el electorado
va ser tan receptivo como en el pasado. La economía brasilera va a
mostrar el fracaso del gobierno para prepararse para la debacle, y
Brasil puede encontrarse con un problema político.
Pero, ¿de
que hay que preocuparse? La zamba está sonando. El pesimismo llegará
cuando el país se vea forzado a afrontar la sobria realidad de lo que
está pasando.
(x) Economista estadounidense, doctor de la
Duke University (Durham, Carolina Norte, Estados Unidos de América),
profesor de Economía de la Columbia University (New York, EUA), y
economista-jefe del fondo BCP Securities (BCP'S). Para MERCOSUR
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Publicado el ( Lunes, 23 de Febrero de 2009 )
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