Enviar Nota | Imprimir

AMPLIARPipa casera para fumar paco, una droga fulminante

Mientras no exista decisión del Estado la droga seguirá instalada en la sociedad

No significa que el Estado provincial no haga nada al respecto, sin embargo parece insuficiente apostar solamente a la prevención. A los miles de adictos les es muy difícil curarse pues dependen de su decisión. En la provincia no existen los centros de internación que las Madres pretenden pero que los especialistas consideran inservibles. Mientras tanto cada vez más gente consume su cerebro. Por Sebastián Ganzburg.

Drogadicción, enfermedad propia de un sistema perverso.

Parece insólito, increíble y a la vez asombroso. El tema de la droga se instaló en boca de los tucumanos luego de que el legislador Balceda saliera a manifestar la relación del poder político con el narcotráfico. A pesar de no dar nombres ni datos, se despertó la polémica. Semanas más tarde un grupo de madres empezaron a manifestarse en Plaza independencia. Llevan cinco marchas y a pesar de que el gobernador dijera que los adictos al paco son irrecuperables, se pusieron el pañuelo verde que las identifica como Madres de la Esperanza.

Cada una tiene una situación diferente. Las une el caos cotidiano de tener un hijo adicto que de a poco se les muere. No pertenecen a los sectores más acomodados, aunque esta enfermedad no discrimina.

Desde PUNA, Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones, las psicólogas Silvia González y Sofía Ferrari me comentaron que lo que más consume la sociedad tucumana es alcohol y tabaco, aunque la marihuana, los ansiolíticos y la cocaína no se quedan atrás. Estupefacientes accesibles a toda la gama social ¿Y el paco?

Merece un capítulo aparte. Droga callejera de bajo costo elaborada a partir de los residuos de la cocaína, procesada con queroseno y ácido sulfúrico (ocasionalmente se utiliza cloroformo, éter o carbonato de potasio). Se suele consumir por vía respiratoria en pipas (generalmente caseras) o sobre la marihuana en forma de cigarrillo (marciano, bazuco, nevado) y, debido a su composición química, es altamente tóxica y adictiva.

Conversando con gente que alguna vez la probó, no encontré opinión alguna que me dijera que sea “fea”. En pocas palabras, perfectamente destructiva.

En este contexto, en Tucumán, existen varios centros de prevención, que con buenas intenciones y voluntarismo trabajan arduamente. Sin embargo no es suficiente y en no pocas oportunidades pecan de academicistas, estudiosos y totalmente apartado de la realidad. El PUNA siendo un organismo de la UNT solo apela a prevenir desde lo psicológico.

Por otro lado la secretaría de Prevención a cargo de Miroli, estudia arduamente el fenómeno. Según me explicó es una institución para investigar, capacitar, prevenir, no para rehabilitar, “para eso está el sistema de salud” y tiene razón. Pero en parte.

Para las Madres de la Esperanza es necesario que se abrán centros de internación. Miroli en cambio considera que “no son necesario pues son contraproducente. A un adicto no se lo puede encerrar, se desespera y cuando sale volverá a consumir".

La tendencia actual es llevarlos a clínicas donde se lo trate tres meses, cuatro horas por día, como el caso Maradona y Charly. Luego imponerles una actividad, la selección para Diego”, me decía.

Si varios son como el 10, muchos, para curarse, necesitarán trabajar, estudiar, ser escuchados, amados, etc.

Los enfermos

Para Miroli a los adictos: “no podemos ir a buscarlos y traerlos contra su voluntad, sino deberíamos cambiar las leyes de Derechos Humanos, el adicto debe querer curarse”. Es cierto, pero ¿entonces?

Creo necesario, pero sobre todo fundamental, que el Estado se haga cargo de este flagelo que afecta a miles en la provincia, ciento de miles en la Nación y millones en el mundo. Combatir a los dealer no tiene ningún sentido. Por lo general son igual de adictos que sus clientes. Entonces, la política preventiva es acertada, tratar la situación desde lo policial un despropósito.

El desafío del Estado es terminar con la nula intención de curar a los enfermos. Y por supuesto, trabajar de una buena vez contra la discriminación absurda de nuestra sociedad. Para muchos ser adicto es igual a ser delincuente. De esta manera sería fundamental un trabajo intenso e interdisciplinario. Educar, prevenir, charlar. Y combatir firmemente a los narcos, trabajo que no se realiza. La droga es un negocio escalofriantemente redituable.

Lamentablemente mientras no se considera a éste un problema social, debido a la desazón, pobreza, abandono, hambre, miseria, desocupación, abundancia, desigualdad, consumismo, libertinaje, intolerancia, hipocresía, discriminación, prejuicios, ignorancia (punto que afecta a toda la sociedad, las clases con mayor poder adquisitivo, aunque gran porcentaje hayan estudiado, son ignorantes); no podremos terminar con esta enfermedad que sostiene a este Sistema, y consume el cerebro de miles de desprevenidos.

Paradójicamente, las característias antes mencionadas defienen al capitalismo.

Sebastián Ganzburg
sebagazburg@gmail.com