Mayor Fal es un músico (percusionista) de Senegal. Toda su vida gira en torno a los sonidos porque pertenece a una familia de músicos, según la tradicional división de tareas de su pueblo. Vive en Tucumán gracias a un intercambio cultural gestionado a través de una fundación (Jef Jetrara) que él mismo creó en su país natal, hace cuatro años.
El senegalés dicta clases de percusión en el centro cultural de la Biblioteca Alberdi todos los martes y jueves por la mañana.
En diálogo con TucumánHoy.com, Mayor Fal, senegalés de 40 años, contó cual es el vínculo con su música y cómo llegó a dar clases de percusión en Tucumán.
“Fal, es mi nombre espiritual, significa ‘guía espiritual’”, comentó. El senegalés explicó que recibió ese nombre recién a los dos años, cuando sus mayores comprendieron cómo debían llamarlo. “Mayor” es el nombre de su familia. Se podría decir, su apellido, aunque no es lo mismo, según él.
El percusionista vive desde hace dos años en Tucumán y ya aprendió a hablar muy bien el español. “Vine de intercambio por Eduardo Díaz Meiner, ahora estoy viviendo en su casa y él vive en la mía”, explicó.
Además, contó que hace cuatro años creó una fundación llamada Jef Jetrara (en idioma wolof, lo que tu das el lo que vas a recibir). Mediante esta institución realizó trabajos sociales en su país y, además, organizó diversos intercambios culturales con personas de muchos países de mundo, entre ellos, Argentina.
Tiene 40 años, pero parece de 25. “Es porque la percusión requiere de mucho ejercicio”, confesó.
Fal, lleva el ritmo en la sangre. Pertenece a una familia de músicos, es percusionista. “En mi país, tradicionalmente, las familias se dedican a una sola cosa. Mi familia hace música y yo voy a vivir en cualquier lugar donde me pueda ganar la vida con la música”, aseguró Fal.
El africano dicta clases de percusión en el Centro Cultural de la Biblioteca Alberdi. Escucharlo, revela la íntima conexión entre su vida (su música) y su tierra.
destacó que en su país la música está en permanente contacto con la vida cotidiana. “Hay una música para ir a sembrar, otra para lavar la ropa, un ritmo para cada actividad”, recordó.
Uno de sus alumnos, Daniel Arancibia, reveló que conoció a Fal hace dos años, cuando llegó a la provincia con un grupo de percusionistas. “Los ritmos de Fal me llamaron la atención porque los identifiqué con la música de Brasil, país en el que yo viví algunos años”, dijo Arancibia.
Fal, reconoce las raíces africanas de ritmos de América Latina. “La primera vez que escuché un malambo, me di cuenta de que yo sabía tocar ese ritmo”, manifestó.
Sus instrumentos favoritos son el “yembé”, un instrumento folclórico de Senegal. “Es el equivalente a nuestro bombo legüero”, aclaró Daniel Arancibia. La diferencia es que se presenta afinado en la parte inferior, se toca parado y se cuelga del cuello. La particularidad del instrumento es que tiene gran riqueza de agudos y graves.
El sábado pasado, el grupo de la academia de percusión de Fal, se presentó con gran aceptación del público en el corzo de la provincia de Salta. “Como los yembés alcanzan un alto volumen, nosotros éramos tan solo cinco y opacamos el sonido de una comparsa de veinte. Nos vinieron a pedir que toquemos más despacio”, confesó Fal.
Juan Villarrubia
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