Greenpeace denunció ayer que las actuales inundaciones en el norte de la provincia de Salta, como sucediera también en el año 2006, son consecuencia directa del irracional proceso de destrucción al que se encuentran sometidos los últimos bosques nativos argentinos por la falta de una política firme contra los desmontes.
Tartagal es una las más afectadas por los desmontes para la ampliación de la frontera agrícola.
Salta es una de las provincias con mayores niveles de deforestación del
país. Según datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable
de la Nación, entre 1998 y 2002 la superficie deforestada en la
provincia fue de 194.389 hectáreas, mientras que entre 2002 y 2006 se
duplicó la superficie desmontada, alcanzando las 414.934 hectáreas.
La zona cercana a la ciudad de Tartagal es una las más afectadas por los desmontes para la ampliación de la frontera agrícola.
Además, padecen los impactos de la explotación maderera sin control,
que abre caminos en sus cerros en los que múltiples aserraderos
ilegales irrumpen para robar madera y deteriorar sin pausa la
estructura del bosque.
“La gran cantidad de desmontes para producir soja que se
realizó en los últimos años en la provincia de Salta en la zona cercana
a Tartagal es una de las principales causas de estas inundaciones.
Las altas precipitaciones, sumado a la pérdida de cobertura vegetal,
incluso casi a la vera de los ríos, generaron un verdadero cóctel
destructivo”, señaló Hernán Giardini, coordinador de la campaña de
Bosques de Greenpeace.
Sin la vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se
vuelve cada vez más inestable. Sin retención suficiente, se acelera el
escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escurrimiento,
las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puente ni
camino que resista. El ecosistema es dinámico y se repone, pero ante la
explotación descontrolada muchas veces no tiene capacidad de
cicatrización para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso
tiempo.
Greenpeace
“ ya había denunciado la incidencia de la deforestación en las inundaciones que sufrió Tartagal en el año 2006: Hubo desmontes en la parte media y baja del río Tartagal. Allí hay
3.166 hectáreas depredadas. Es decir que la superficie de bosque
eliminada, directamente relacionada con el río en la cuenca baja, es
tres veces mayor que la superficie de Tartagal. Esto hizo que el curso
del río, en vez de seguir encauzado, produjera anegamientos. Al
aumentar las lluvias el río acrecentó su capacidad de carga y generó
una erosión retrocedente”, afirmaba el informe de la entidad
ambientalista.
A pesar de esto, los desmontes en la provincia aumentaron
considerablemente: durante 2007, en plena discusión parlamentaria de la
Ley de Bosques, la provincia de Salta autorizó el desmonte de más de cuatrocientas mil hectáreas.
La situación en la provincia es tan grave que algunos de estos
desmontes fueron suspendidos, en diciembre pasado, por la Corte Suprema
de Justicia en de la Nación, tras un amparo de comunidades indígenas.
“Además de concentrar más de la mitad de la biodiversidad del planeta,
los bosques juegan un papel fundamental en la regulación climática, el
mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de
los suelos. Son nuestra esponja natural y paraguas protector. En ese
sentido es urgente que el Poder Ejecutivo reglamente lo antes posible
la Ley de Bosques (1), cuya aplicación conforme a su espíritu original
es la única herramienta concreta para frenar la deforestación en
nuestro país”, afirmó Giardini.
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