08/02/2009 - En General

Según encuesta aumenta el número de supersticiosos en Francia

Los franceses supersticiosos son cada vez más y, sobre todo los jóvenes, están permanentemente en busca de nuevos presagios de la suerte, a pesar de haber nacido en la cuna del Iluminismo, según resultados de una encuesta conocidos ayer en Paris.

Los datos fueron difundidos por la agencia de noticias Ansa, a partir de un sondeo realizado por el TNS-Sofres -instituto de estudios de opinión- y las conclusiones de la especialista Eloise Mozzani publicados en "Libro de las supersticiones: mitos, creencias y leyendas".

El "vicio de las tonterías", como las llamaba Voltaire, se extiende cada vez más en Francia a pesar de las tradiciones del país de la razón y de las luces.

Dos de cada cinco franceses, particularmente jóvenes, declaran no avergonzarse de prácticas que parecían sepultadas en el olvido, entre ellas creer en "señales" como el temor a pasar por debajo de las escaleras y a derramar sal.

A la superstición tampoco son inmunes los políticos y entre las regiones de Francia se destaca Auvergne, en el centro del país.

Se dice por ejemplo que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que no podía faltar en la encuesta, conserva celosamente un trébol de cuatro hojas debajo de un abrecartas de su escritorio y que nadie puede tocarlo.

Entre los miembros de la oposición está el socialista Laurent Fabius, quien sólo pasa por debajo de una escalera si no tiene otra alternativa, en tanto dicen que Xaviere, la mujer del ex alcalde de París, arrojaba sal debajo de las puertas de los adversarios politicos de su marido.

Con el viernes 13 ocurre algo singular. Según los franceses, trae suerte de modo que las jugadas a ese número aumentan en esas fechas hasta en 41 por ciento.

En cambio, el primer lugar entre lo que no se debe hacer lo ocupa el famoso pan apoyado al revés sobre la mesa: si ésto sucede el 46%, casi la mitad de los encuestados, se lanza sobre la baguette para darla vuela lo antes posible.

Siguen la "prohibición" de pasar por debajo de una escalera, (40%) y la de abrir un paraguas en el interior de la casa, con el 31 por ciento.

Entre los objetos que se cree traen suerte, el primer lugar lo ocupa el trébol de cuatro hojas, seguido por la visión de una estrella fugaz y, en tercer término, tocar madera para ahuyentar maleficios.

Para los especialistas más benévolos, el fenómeno es la superación, para bien o para mal, de un tabú.

"Durante largo tiempo -explica Mozzani en su libro-, la superstición fue mal vista en Francia. Criticada por filósofos del Siglo de las Luces y por todo el siglo XIX, estas creencias fueron consideradas como una debilidad del espíritu".

A diferencia de sus padres y abuelos, hoy los jóvenes no tienen reparos en declararse supersticiosos: el 51% de los que tienen entre 15 y 34 años, contra el 31% de los de más de 60.

Por fortuna es baja la tasa de aquellos en quienes la superstición adquiere ribetes alarmantes de enfermedad: "Sólo"  2 por ciento, aseguran en el Hospital de Cochin de París. (Télam)