La tercera jornada del Foro Social Mundial (FSM) de Belém de Pará (27 de enero al 1 de febrero), está marcada por una particular presencia política.
Por primera vez en su historia, este último jueves de enero el Foro Social Mundial acogió, en el mismo momento, a cinco presidentes en ejercicio.
Se reunieron en Belém el de Venezuela, Hugo Chávez; el de Bolivia, Evo Morales; Fernando Lugo, mandatario de Paraguay; su colega Rafael Correa de Ecuador así como el anfitrión, (Luiz Inácio) Lula de Silva, de Brasil.
Invitados formalmente por el Foro de Autoridades Locales y de la Amazonia, los organizadores previeron dos momentos principales. Un encuentro público, al atardecer, y una reunión con delegados de los movimientos sociales del continente, en las primeras horas de la tarde.
Alguno de los cincos participará en los próximos días de otras actividades. Es el caso del ex obispo Fernando (Armindo) Lugo que junto con Frey Betto (teólogo brasilero de la Liberación) animarán hoy viernes un debate sobre la Teología de la Liberación, en la Universidad Estadual de Pará.
La presencia de cinco de los mandatarios aporta un plus significativo al cónclave de Belém. La atención mediática, especialmente internacional, dirige sus cámaras hacia estas personalidades de primer nombre.
Personajes todos, de alguna u otra manera, estrechamente ligados al origen mismo del Foro Social Mundial.
Basta recordar el papel significativo de Lula, en el 2001 en Porto Alegre (Brasil), antes de ser elegido presidente y su baño de multitudes animando este nuevo camino altermundialista.
O la presencia activa del entonces militante-dirigente cocalero Evo Morales Ayma, en las diferentes Asambleas de los Movimientos Populares, en las cumbres sociales alternativas e incluso en los foros continentales y mundiales.
Es indiscutible que en esta nueva construcción alternativa y novedosa que vive Latinoamérica, el Foro Social Mundial ha jugado un papel importante. Y al mismo tiempo, que los actuales gobiernos de avanzada del continente le dan una nota de viabilidad a este proyecto alternativo de otro continente posible.
Sin embargo, es también cierto que en este complejo diseño de una Latinoamérica con nuevas relaciones de fuerza y proyectos integradores, cada uno tiene su propio papel a jugar.
Los movimientos sociales, motor clave de la sociedad civil y de los Foros, expresan su convencimiento sobre la necesidad de mantener su propia independencia de acción y gestión.
Y de crítica cuando, como en el caso de Brasil, la reforma agraria –principal reivindicación de dichos movimientos- queda postergada en la gestión del gobierno Lula y avanza a paso de tortuga. Creando una decepción tan profunda como frustrante.
En este difícil equilibrio entre construcción común e independencia estratégica –de crítica, acción y exigencias- se sitúa tal vez uno de los retos más desafiantes para los movimientos sociales latinoamericanos.
La presencia de los cinco presidentes en Belém aporta y cuestiona. Da y exige. Suma pero también interpela. Los movimientos sociales tienen la palabra.
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