Nómade por naturaleza, Dante Pachama nació en el sur de la provincia, pero desde chico comenzó a viajar. Difunde su música por el mundo, la define como un “folclore de raíces pero innovador”. Fabrica instrumentos exóticos, de mágicas melodías. Todas, piezas únicas y muy bien trabajadas.
“Mi último viaje fue a medio oriente. Estuve difundiendo el folclore por Israel, durante cinco años”, comentó Pacha a TucumánHoy.com.
“A los quince me fui de Alberdi. Viví 10 años en Perú, luego en Bolivia. Desde chico hago música. Empecé con el bombo, seguí con la guitarra. En la calles no hace mucho que toco, comencé con el pamtam (esa especie de hoya gigante con la cual lo vimos más de una vez en la peatonal) y ahora con las okarinas. Estas últimas, todas piezas únicas. Un instrumentos precolombino. Realizo artesanías en cerámica o caña, siempre ligado a la música”.
Así se presenta Dante Pachamam, el Pacha. Un artista peculiar e interesante. No fueron pocas las oportunidades en la que lo vimos tocar su pamtam, y ahora vendiendo okarinas mientras le saca ese mágico sonido, frente a la Casa Histórica.
“Tengo un grupo, Pachama, con él regresé a Tucumán hace un año y medio. Mi último viaje fue a medio oriente. Estuve difundiendo el folclore por Israel durante cinco años. Fue una experiencia de gran valor. No solamente por haber conocido ese intercambio cultural, producto de que hay gente de varias partes del mundo, sino por haberme insertado en el ambiente artístico. Lo más importante fue subirme a muchos escenarios y participar de festivales”, revela Pacha. Portador de una voz apacible y una paciencia reflejada en esas maravillosas okarinas que fabrica. Hermosas hasta el mínimo detalle.
“Llegué nuevamente a la Argentina, con este folclore de raíces pero innovador. Tenemos pongo, charango, quena, bajo y una voz femenina única. Nuestras letras apuntan a revalorizar la vida, los valores humanos. Siempre hablando del compromiso que tenemos con la tierra”, explica y con la mano derecha toma una okarina blanca, depositada en su mesa de trabajo, cierra los ojos y para que de ella surjan sonidos americanos.
“Cuando viví en Perú, no solo me conecté con esa mágica cultura, sino que también aprendía a tocar instrumentos indúes”, me dice y observo sus okarinas en cuyos relieves se mezclan imágenes americanas con asiaticas.
Por otro lado el aspecto de esa especie de hoya gigante con la cual lo vemos, a diario, tocar en el centro de la ciudad, nos lleva a pensar que tiene origen indú. Sin embargo “es un instrumento nuevo fabricado en Suiza por jóvenes artesanos, producido desde el 2000. El mio está en escala pentatónica de acero nitrogenado, pero viene en todas las escalas y en varios metales”, dice apasionadamente seguro de sus precisas palabras.
“También hago música étnica”. En este sentido, comenta que otro de sus instrumentos artesanales es el “diyiridu, de origen asutraliano. Especie de caña larga de diferentes materiales, ya sea eucaliptus o bambú como los que yo hago”. Toda una combinación de instrumentos exóticos. A su vez “fabrico el udú, instrumento nigeriano de percusión, de cerámica, existen también, de otros materiales”, relata Pacha, portador de una barba particular, larga, al igual que sus cabellos, algo canosos que reflejan sus 49 años.
“Elaboro artesanías y docencia. Con esto cubro mis gastos complementado con los espectáculos”. De esta manera comentó que próximamente tiene pensado tocar en Alberdi, Aguilares. “En Tucumán, la última presentación, fue en la marcha mundial por la paz, organizada por Mundo sin Guerra. Este año quiero presentarme en el Árbol de Galeano, Rayuela”, relata con cierta expectativa.
Sebastián Ganzburg
sebaganzburg@gmail.com
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