Los campamentos del Rally Dakar 2009 parecen ciudades nómades o aldeas que se trasladan de un lugar a otro, con carpas de distintos tamaños donde más de 2.000 corredores, mecánicos, asistentes, organizadores y periodistas comen a las apuradas, duermen lo que pueden y dejan el lugar levantando nubes de polvo al amanecer.
La segunda etapa del Dakar 2009 fue la más larga de este rally de raid que conmueve a la Argentina, pero terminó el domingo donde finalizarán las otras doce que esperan por delante hasta el 18 de enero: en un "bivouac" o, dicho de manera más sencilla y menos tuerca, en un campamento que dura casi lo mismo que lo que tardaron en recorrer las máquinas estos 837 kilómetros entre Santa Rosa y Puerto Madryn.
Estos campamentos parecen ciudades de nómades o aldeas que son trasladadas de un lugar a otro, al mejor estilo de la África árabe que la competencia tuvo que abandonar en 2007, y están formados por las mismas carpas, grandes, medianas y chiquitas, que uno puede esperar de un lugar donde más de 2 mil corredores, mecánicos, asistentes, organizadores y periodistas comen a las apuradas, duermen lo que pueden y abandonan después levantando nubes de polvo al amanecer.
Ayer en la "aldea Dakar" montada en Santa Rosa, de más de 15 manzanas de extensión, comenzó antes del alba, con mecánicos casi recién acostados después de arreglar desperfectos o cambiar repuestos con manos de cirujano y pilotos con el entusiasmo intacto que arrancan la primera etapa de cada día, la del desayuno, cumplida cuando quedan todavía restos humeantes de las fogatas de la noche. Estar sin dormir no es de valientes ni tiene premio en esta competencia.
Café con leche, frutas frescas, ensaladas de frutas, fideos con queso y estofados de carne van consumiéndose en el área de comedores a donde van todos por igual. Sin importar lo que piense un argentino medio sobre el desayuno ideal, lo que más se repone en las bandejas son los fideos y la carne, las de más proteína para encarar una jornada como la de esta segunda etapa, larguísima incluso para los más experimentados en otros rallies.
Después empieza la partida, hoy directamente en tramo especial, arenoso en el que se perdieron los primeros pilotos. Eso sí, antes por las dudas tomaron su bolsa de provisiones con paté, pollo con arroz en lata, barra de cereales, frutos secos, pasas de uva, papas fritas, galletitas saladas, queso blando, junto de naranja y, como si fueran colegiales a estudiar, un alfajor. Los motociclistas son los más agradecidos, por ser también los más desguarnecidos.
La temperatura del camino, incluso la del largo tramo de enlace de 600 kilómetros hasta Madryn, probó que había que tener precauciones para el estado físico de los pilotos, con temperaturas de 40 grados en el ambiente y unos 50 dentro de los vehículos, incluso los menos castigados como en los que viajan los cronistas de Télam.
El kilómetro y medio de camino entre el fin de la especial y el comienzo del enlace sobre la ruta, usado casi como una calle de boxes por autos, motos, camiones y cuadriciclos para resolver problemas o comerse algo de la vianda, tampoco los salva del Sol. Se extrañan los paraguas de la Fórmula 1.
El campamento es, otra vez, donde todos terminan la jornada, ahora en Puerto Madryn, donde el viento patagónico y la arena complican todavía más el cruce incesante en las calles improvisadas entre las carpas.
Igual, las caras no son ni de angustia ni de preocupación, ni de histeria. Más bien, la típica desorientación de algunos que no terminan de encontrar el lugar a donde van en estas microciudades levantadas para un solo día, pero la mayoría rostros cansados que dicen: "Uf, esta parte de la misión está cumplida". Mañana (por hoy), vamos en busca de otro campamento de vida nocturna: Ingeniero Jacobacci.
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff