El cuidado del cuerpo y el permiso para el disfrute, pero con responsabilidad, son algunas de las premisas que pueden iniciar un diálogo. Los expertos creen que esta etapa del año puede ser una buena oportunidad para hablar sobre estas temáticas con los jóvenes.
Las vacaciones con un grupo de amigos es lo más común entre los adolescentes, pero traen sus complicaciones.
El cuidado del cuerpo, el respeto por el otro y el permiso para el
disfrute, pero con responsabilidad, son algunas de las premisas que
pueden iniciar un diálogo con los hijos adolescentes, antes de sus
primeras vacaciones "lejos de casa y con amigos".
"La dificultad
de dialogar con espontaneidad sobre sexo con los hijos es real", opinó
Andrea Gómez, psicóloga especializada en sexualidad e integrante comité
de Desarrollo del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM). Por
esa razón la experta cree "que esta etapa del año puede ser una
oportunidad".
De hecho, una investigación realizada por el
CELSAM reveló que sólo un tercio de los padres reconoce que habla de
sexualidad con sus hijos y que, en general, son las madres quienes
hablan tanto con las hijas mujeres como con los varones.
"A los
varones se les hace saber que es bueno que tengan sexo pero, jamás hay
un cajón ’en casa’ con preservativos", dijo a Télam la especialista.
En
tanto, "a las chicas, si bien ya no se les pide que conserven la
virginidad, se les recomienda que ’la primera vez’ sea con un novio
’formal’ y que se cuiden; pero rara vez se les ofrece la información
para poder hacerlo", opinó Gómez.
Gómez explicó que cuando los
adolescentes deciden pasar sus vacaciones sin los padres, surgen en los
adultos muchas dudas acerca de qué cosas autorizar y qué otras no.
Y
en este sentido, "uno de los temores que surgen son los peligros a los
que los jóvenes se pueden exponer tanto en la calle como en los
vínculos con chicos y chicas", reveló la encuesta.
Las salidas
nocturnas, el alcohol y las primeras relaciones sexuales están entre
las preocupaciones más frecuentes, explicó Gómez, quien lamentó que
"este diálogo que abre y desarrolla el tema del cuidado y de la
sexualidad a veces llega demasiado tarde".
También la encuesta evidenció que subyace la fantasía de que hablar sobre sexualidad es una manera de estimular y dar permisos.
"Todo
lo contrario, en el mundo se ha demostrado que la educación sexual
formal, temprana e integral, preserva y posterga el inicio sexual de
los adolescentes", refrendó Karina Iza, ginecóloga del CELSAM.
"El
conocimiento sobre los métodos anticonceptivos y la prevención de
infecciones de transmisión sexual debe darse antes del inicio sexual,
para que los jóvenes tengan tiempo de incorporar este conocimiento y
plantear sus dudas", señaló la médica.
Según una estadística
publicada por la asociación civil que se ocupa de la salud de la mujer,
el 62% de las argentinas se inicia sexualmente durante la adolescencia:
el 11% lo hace antes de los 15 años y el 51%, entre los 16 y 19 años.
En
tanto, reveló un dato alarmante: el 80% de los adolescentes no utiliza
un método anticonceptivo en la primera relación sexual.
Los
investigadores del CELSAM coinciden en que los jóvenes aun no reciben
la información adecuada de parte de las instituciones educativas, a lo
que se le agrega el poco diálogo en sus hogares y la desarticulada
atención en centros de salud.
En el estudio se identificaron
tres grupos de familias de acuerdo a la manera de abordar el tema de la
sexualidad con sus hijos: sólo un tercio de los padres dialoga con
cierta frecuencia, propiciando así un diálogo respetuoso y distendido.
"Otro
tercio sólo alerta sobre los peligros, llevando así un mensaje represor
y temeroso sobre el ejercicio de la sexualidad", dijo Alicia Figueroa,
ginecóloga del Celsam.
Y, por último, el tercer grupo de padres
excluye el tema del diálogo familiar, esperando, ilusoriamente, que
surjan otros interlocutores y que sus hijos aprendan solos.
Ante
el silencio en sus hogares, los adolescentes recurren a interlocutores
muy poco confiables como sus propios amigos, las páginas de Internet,
las revistas y la televisión.
Muy pocas veces reciben información científicamente correcta.
"Cuando
los jóvenes sienten que sus preguntas incomodan o enojan a sus padres
dejan de hablar en sus casas y quedan expuestos a otros discursos que
suelen estar teñidos de tabúes, mitos y falsos conceptos", evaluó
Gómez.
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