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21/12/2008 - En General

Cómo viven las fiestas los adolescentes

Navidad y Año Nuevo conllevan para ellos significados y expectativas distintas, se juegan situaciones vinculadas a la familia, a la ruptura con los padres y a lo más esperado: encontrarse con sus amigos después de las 12.

Los hijos de padres separados suelen angustiarse ante la necesidad de decidir con quién pasarlas.

Las fiestas de Navidad y Año Nuevo tienen, para los adolescentes, significados y expectativas diferentes que para los adultos, en los que se juegan situaciones vinculadas a la familia, a la ruptura con los padres y a lo más esperado: encontrarse con sus amigos después de las 12.

La psicoanalista y especialista en Adolescencia Rebeca Hilert aseguró a Télam que "uno de los problemas que traen los adolescentes al consultorio no es cómo la pasan sino con quién la pasan", en referencia a la fragmentación de la familia con las separaciones, divorcios y las nuevas uniones.

En este sentido, la coordinadora del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina, médica pediatra y psicoanalista Felisa Lambersky de Widder, añadió que los adolescentes "se angustian ante conflictos entre los padres en relación a ’dónde paso las fiestas’".

"Suelen tener sentimientos de culpa si uno de los padres queda solo y no pueden acompañarlo", dijo y caracterizó esta situación como "muy penosa para ellos".

Frente a estas ocasiones, precisó que "es conveniente evitarles la alternativa de ser ellos quienes elijan con qué progenitor estar, siempre hasta las 12, cuando se van con sus amigos".

Otro de los aspectos que remarcó Hilert es que los adolescentes tienen el problema de "asumir la muerte de Papá Noel, porque para el niño la expectativa de la fiesta, crea o no, es la llegada de Papá Noel con los regalos, en cambio para el adolescente eso se acaba en forma rotunda".

La especialista sostuvo que la ruptura con esa figura navideña "es difícil procesarla, porque está asociada al padre, a lo que tiene para dar, a cuánto puede o no puede" y en ello "está la crítica del adolescente, cosa que tiene que estar, porque una adolescencia sin crítica a los padres no es adolescencia".

En este marco, Hilert caracterizó que "las fiestas, más que ser la reunión de la familia, es el momento en que el adolescente tiene la oportunidad de cortar con la familia; se van después de las 12 con sus amigos, y es ése el momento más esperado".

"Con los adolescentes la idea de familia unida se corta, hasta que se casan y tienen hijos", destacó. Hilert hizo referencia a una gran diversidad de situaciones que transitan los adolescentes que van desde "los que se encierran, melancólicos, que cenan y después se aíslan porque están pasando un mal momento o no tienen con quien salir".

En este aspecto, la especialista precisó que "los chicos más alegres salen con sus amigos; y en el medio hay una gran variedad de situaciones".

Para Adriana Franco, psicóloga y docente de la Facultad de Psicología de la UBA, especializada en niños y adolescentes, si bien hay diferencias entre un púber y un adolescente y entre cada caso particular, "hay cuestiones recurrentes", dijo al referirse a los sectores medios, con los que trabaja.

En el caso de adolescentes que están en momentos de confrontar con los adultos significativos y con sus valores, advirtió que "es muy posible que si las fiestas son significativas para la familia, ellos planteen por ejemplo, que es ’re careta’ reunirse con familiares que no ven en todo el año o no soportan".

En estos casos, añadió, "aceptan participar de la cena familiar con la promesa de irse apenas dan las 12", luego de "encanutarse" algunas bebidas de las reuniones familiares o de comprarlas para compartir con sus pares, "donde continúan tomándose todo".

Franco destacó que en el caso de los púberes que ya no son niños pero tampoco tienen la libertad de irse porque aún son chicos, "repiten por lo general lo que les pasa ’en la vida’. Se sienten desubicados, incómodos, aburridos".

"Por lo general la pasan malhumorados y apenas pueden se van a su cuarto a escuchar música", precisó tras considerar que "por lo general, las fiestas no son demasiado significativas para la mayoría de los púberes y adolescentes".

Lambersky de Widder señaló que los adolescentes siguen en general, si no hay graves conflictos, la tradición de los padres, y después del brindis parten con sus amigos.

Pero si hay conflictos familiares o propios, aclaró, "el adolescente se resiste al festejo familiar, se angustia, se vuelve colérico hasta que sale con sus amigos y se ’contagia’ del clima eufórico, generalizado".

"Podríamos decir que ellos padecen las fiestas hasta el encuentro con sus amigos", enfatizó esta experta de la Asociación Psicoanalítica Argentina.


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