Conmemoramos 25 años del retorno a la Democracia. Una democracia que nació titubeante y que hoy se encuentra fortalecida. Fue la que el 10 de diciembre de 1983 se encarnó en Raúl Alfonsín y su frase: "Con la democracia se come, se cura, se educa". Fue un nuevo comienzo, tantas veces interrumpido, donde volvieron a emerger las corrientes nacionales y populares con sus aciertos y sus errores. Pero esta vez condicionadas por la destrucción más grande que haya sufrido el Pueblo y la Patria: miles de argentinos desaparecidos, exiliados, en el exterior o en el propio territorio, o presos.
La matriz productiva, aquella generada en el gobierno de Perón, la del 50 y 50; 50% del Producto Bruto Interno para los trabajadores y 50% para los dueños del capital, totalmente desarticulada y saqueada.
La multiplicación en casi 7 veces de la deuda externa que fue a parar a los
bolsillos de funcionarios o industriales corruptos o a la bicicleta financiero
de los privilegiados de turno.
El vaciamiento de las empresas estatales.
Si bien hoy estamos en camino de revertir estructuralmente ese desastre
con la renegociación de la deuda externa con una quita del 70%, la recuperación
de empresas que volvieron al Estado y otras a punto de retornar, la vuelta a ese
mismo Estado de la administración de las jubilaciones y la movilidad de las
mismas claramente reglamentadas por una ley de un Parlamento que funciona con
sus mecanismos propios de diálogo y disenso; no tenemos que olvidar como
llegamos hasta acá y seguir trabajando y aportando para la reconstrucción de la
Patria.
En aquellos primeros años de democracia, tras la peor dictadura
sufrida por el país, se investigaron los crímenes del Terrorismo de Estado
mediante la Conadep y los juicios a las Juntas que encabezaron la represión
genocida. También se analizaron los orígenes de la deuda.
La respuesta
de los poderosos fue cuestionar esas iniciativas mediante los medios de prensa
adictos.
Sus presiones terminaron en las leyes de "obediencia debida" y
"punto final", y mediante los "golpes de mercado" de los capitales concentrados
locales y la presión norteamericana, provocaron la hiperinflación.
Hoy
parece algo remoto. El país crece más que nunca a lo largo de sus dos siglos de
historia, con estabilidad real, superavit fiscal y de la balanza de pagos, con
altas reservas que permiten defenderse de crisis externas y presiones internas,
con grados crecientes de autonomía en sintonía con nuestros hermanos de América,
con grados crecientes de inclusión social y dignificación de los jubilados, con
la decisión de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner de fortalecer lo
logrado durante la gestión del compañero Néstor Kirchner.
Sin embargo
hace menos de 20 años había saqueos y cambios de presidente antes de tiempo. Con
el gobierno de Menem y el de la Alianza, con De La Rua, volverían a sucederse
nuevas frustraciones populares.
El primero prometió "salariazo y
revolución productiva". Pero privatizó todo lo que pudo incluidas las empresas
estratégicas nacionales y los recursos naturales. Volvió a alimentar a la
"patria financiera" con un fenomenal y oscuro endeudamiento externo, funcional a
la "convertibilidad" fantasiosa de un dólar por un peso. Terminó de debilitar al
Estado central bajo un falso federalismo con la reforma constitucional de 1994,
en acuerdo con Alfonsín, convirtiendo al país en una suma de pequeños estados
regionales y no en un conjunto de argentinos dispuestos a un destino común.
Fue la era del perdón para la "Revolución Fusiladora" y el indulto a los
genocidas.
El segundo, que traía la "reconstrucción moral" como bandera
terminó profundizando la situación. Multiplicó el endeudamiento con el
"blindaje" y el "megacanje" ideados para favorecer la fuga de divisas, inventó
el impuesto al salario con la "tablita de Machinea", le sacó plata a los
jubilados y fue sospechado de corrupción con la llamada "Ley banelco" que no era
otra que la profundización de la flexibilización laboral.
Su gobierno no
podía terminar de otra manera que con la sangre de 35 argentinos regando
nuevamente el suelo de la Patria. Fueron los días del Estado de Sitio para
contener la ira popular por el "corralito", el hambre creciente de comida y de
respeto a las necesidades del Pueblo… fue el 19 y 20 de diciembre de 2001 cuando
volvió la muerte en Democracia. Fue cuando la Democracia casi muere.
Volvieron los saqueos, los cambios apresurados de Presidente. Nació el
"que se vayan todos" producto del odio que ciega y no puede concebir una
propuesta.
Finalmente con Duhalde al frente aparecieron nuevos socios
poderosos que impulsaron la devaluación sin sensibilidad social, el salvataje de
los holdings locales endeudados en dólares, la falta de renovación política, el
reclamo masivo en las calles, los ocupados y los desocupados tratando de lograr
un poco de dignidad, recuperando fabricas, manteniendo comedores, iniciando
pequeños emprendimientos. Nunca con la violencia.
Sin embargo la muerte
fue otra vez la respuesta, esta vez en un corte masivo del Puente Pueyrredón. En
los límites de la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo fue ese Pueblo y
esas fuerzas nacionales y populares que anidaban todavía en las tradicionales
estructuras político-partidarias las que defendieron la continuidad democrática,
las que lucharon contra la involución, contra los que habían propuesto dividir
el país, traer un ministro extranjero, vender tierras para pagar la deuda…
Qué lejos parece todo. La sangre derramada. La miseria absoluta. La
indignidad nacional. El vació de representación popular.
Solo pasaron 5
años y medio desde el 25 de mayo de 2003. No fueron 50 años. Mucho cambió, a
pesar que algunos nos quieran hacer creer que todo está igual o peor.
Fue hace menos de 67 meses que Néstor kirchner asumió con el 22% de los
votos ya que Menem no se presentó en la segunda vuelta porque se le oponía el
78% restante.
Fue hace menos que el Fondo Monetario Internacional nos
quería seguir dictando sus recetas, siempre acorde a los intereses de los que se
enriquecieron con la Dictadura y con la Democracia débil y titubeante, en manos
de argentinos que en vez de "pensar en argentino" respondían a otros intereses.
Pero Kirchner dijo "basta" apoyado por millones de compatriotas.
Fue
acá, a la vuelta de la esquina en términos históricos, cuando se declararon
nulas las leyes del perdón y los indultos, se impulsaron los juicios por delitos
de Lesa Humanidad, y sus consecuentes condenas, se reconstruyó la dignidad
nacional a través de la más exitosa renegociación de una Deuda Externa en
tiempos de paz y para un país que no era, ni es, potencia mundial.
Ahí,
recién hace pocos años, vimos que el rumbo se mantenía firme con la recuperación
de Correo Argentino, Aguas Argentinas, hoy AySA, el espacio radioeléctrico, la
empresa Nacional de energía Enarsa, los descensos en los índices de
desocupación, de marginados, con mayor acceso a educación y a la atención
médica, y el aumento de los asalariados rumbo otra vez al 50 y 50.
Fue
solo hace un año que una presidenta sucedió a un presidente sin sobresaltos,
como una continuidad del camino trazado por nuevas mayorías populares que hoy
sostienen crecientes niveles de autonomía en las decisiones internacionales
(UNASUR; ampliación del MERCOSUR, Grupo de Río, G20, relaciones bilaterales
fructíferas con Rusia, norte de África, México, China, por solo nombrar algunos
de los acuerdos logrados).
Cada vez hay más intervención de un Estado
presencial a la hora de beneficiar a los que menos tienen (creación del Sistema
Integrado Previsional Argentino, fin del drenaje del dinero de nuestros mayores
a través de las jubilaciones privadas, recuperación de la Aerolínea de bandera,
ley de erradicación, prevención y sanción de violencia contra la mujer,
moratorias impositivas a cambio de sostenimiento de puestos de trabajo). En fin,
tomando nuestras propias decisiones para defendernos de la crisis mundial de los
que nos decían lo que teníamos que hacer y que hoy están inmersos en una de las
mayores crisis económicas-financieras de la historia mundial.
El
perfeccionamiento de la Democracia es un camino que nunca se acaba. No olvidemos
que llegar hasta acá nos costó mucho dolor, sangre, retroceso material y moral.
Hoy la tarea de las mayorías nacionales y populares es lograr que los
enemigos históricos del Pueblo no consigan que el árbol de las imperfecciones
nos impida ver el bosque de los logros.
Sigamos adelante con
determinación, trabajo y alegría.
Recordemos que Don Arturo Jauretche
nos advertía que siempre el que nos trata de dominar nos quiere tristes y que
San Martín decía que si estamos de rodillas siempre el enemigo nos parecerá mas
grande.
Selva Judit Forstmann es senadora nacional (FPV). Presidenta de la
Confederación Parlamentaria de las Américas.
Publicado en Parlamentario.com
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