La entidad, nacida en homenaje a Marita Verón, durante un acto realizado en Casa de Gobierno, analizó en detalle las diversas aristas del complejo problema de la trata de personas. El asesor de la fundación, Carlos Garmedia, repasó temas como la necesidad del tratamiento y contención especializados, la complicidad del Estado y la sociedad y el marco legal. También disertó Alfredo Miroli.
La Fundación "María de los Ángeles" brindó en la mañana de ayer una disertación en que se expusieron sus distintos proyectos y avances en la lucha contra la trata de personas.
El acto se desarrolló en el Salón Blanco de la casa de gobierno y contó con la presencia de Susana Trimarco, madre de Marita Verón, integrantes de la fundación, la actriz Soledad Silveyra, una veintena de agentes de policía, invitados especialmente para la ocasión, y público en general. Además disertó sobre la conexión entre la trata de personas y las drogas, el Doctor Alfredo Miroli. Aproximadamente, 20 agentes policiales asistieron al evento.
Abrió la exposición el asesor jurídico de la fundación, el abogado Garmendia, quien profundizó sobre los diferentes factores que conforman esta compleja problemática.
En primer lugar, contó a los presentes que la fundación nació para enfrentar sistemáticamente los conflictos relacionados con la trata de personas que Susana Trimarco se fue encontrando a raíz de la búsqueda de su hija. “Rescataron a muchas chicas sometidas a redes de trata, pero las soluciones que les daban eran demasiados artesanales y lentas. Nuestro desafío es brindas respuestas rápidas y poderosas”, refirió.
Luego continuó con una explicación del delito de "trata de personas". “Es una figura amplia y consiste en la captación (a través de distintos métodos), traslación (lejos de su domicilio), acogida (en un lugar distante, lejos de la protección y de las búsquedas) y, finalmente, explotación de las víctimas”, detalló.
“Abarca la explotación laboral, sexual y la captación con el fin de extracción de los órganos”, expuso.
También recordó que la ley de trata de personas, Nº 26.364, establece una diferencia entre las víctimas mayores y menores de 18 años. “Las mayores, deben ser engañadas para convertirse en sujetos pasivos de este delito. Mientras que, cuando la víctima es menor de 18 años, no importa si presta o no su consentimiento para que se configure el acto criminal”, aseguró Garmendia.
Por otro lado, destacó que existe un prejuicio por el que las menores que tienen antecedentes de ausencias voluntarias del hogar y son pobres, sufren una terrible discriminación. “Esto se debe a que los funcionarios (policías, fiscales, jueces) no la buscan ni se preocupan por ellas por su condición económica y social”, sostuvo.
Además sugirió la creación de un cuerpo "femenino" especializado en el tratamiento integral de las mujeres sometidas. A las víctimas les resulta muy difícil encontrar la confianza para poder contar todas las cosas por las que debió pasar. “Para eso, debemos superar la 'barrera del hombre'. Además, le tenemos que brindar todas las garantías, en cuanto a seguridad, para que se sientan cómodas y hablen: Recordemos que en este tipo de delitos, el único testigo es la víctima”, sentenció el abogado.
Por último, el abogado Carlos Garmendia, destacó que las redes de trata no existirían sin la complicidad de ciertos sectores corruptos del estado y la complacencia de la sociedad. En el primer caso, porque son cómplices en los delitos, y, en el segundo, porque sin consumidores, el negocio de la trata de personas no sería rentable.
Juan Villarrubia
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