Según los especialistas en salud mental, en esta época se convierte en distrés. Provoca un aumento de la irritabilidad, malhumor y desgano que afecta el rendimiento laboral, las relaciones sociales y la capacidad de resolver problemas.
El cuadro se puede revertir tratándolo a tiempo.
Con la llegada de fin de año el estrés se convierte en distrés y el
aumento de la irritabilidad, el malhumor y el desgano comienzan a
corroer el rendimiento laboral, las relaciones sociales y la capacidad
de resolver problemas, pero una oportuna consulta profesional puede
revertir el cuadro.
Según los especialistas en salud mental,
el difundido estrés no es otra cosa que la respuesta que una persona
elabora ante determinadas situaciones de presión o exigencia, ya sea
física o psíquica.
Sin embargo, "cuando esa presión supera el
umbral de tolerancia, deriva en distrés, que implica una demanda
excesiva para la persona", explicó Andrea Homene, psicóloga del
Hospital Paroissien de La Matanza y miembro del Prosamic (Red
Provincial de Salud Mental en Incidente Crítico).
En este
sentido, sostuvo que la acumulación de situaciones estresantes que cada
uno debió resolver a lo largo del año, hace que las personas se vuelvan
más propensas a esta patología que, según datos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), constituye el 4,6 por ciento de todas las
consultas médicas.
En rigor, la gente llega al consultorio por
diferentes manifestaciones del distrés: un 20% por dolores de espalda,
un 10% por contracturas en el cuello, un 3% por cefaleas y el resto por
alteraciones gastrointestinales, trastornos del sueño, depresión y
cansancio crónico.
"Lo característico de este mal es que las
contingencias que en otro momento del año resolvimos sin mayores
sobresaltos, ahora se nos hace cuesta arriba, por lo tanto, es común
que las personas vivencien un estado de mayor ansiedad, irritabilidad e
insomnio que se plasma en el trabajo y en las relaciones afectivas",
explicó Homene.
En el ámbito laboral es frecuente que los
afectados por este síndrome se sientan interferidos a la hora de
concentrarse en las actividades, producto de la disminución de la
capacidad para resolver problemas. Por otra parte, muchos contratos
caducan y la inestabilidad o incertidumbre laboral genera una mayor
predisposición al distrés.
"Cuando se llega a este estado con
angustia, mareos, agotamiento y otros síntomas físicos, lo aconsejable
es hacer una consulta al clínico y a los especialistas en salud mental
para poder bajar los decibeles y llegar con más reservas a las fiestas
y a las vacaciones", recomendó la psicóloga.
Para sobrellevar
las últimas semanas del año sin perder la cordura lo ideal sería que el
ámbito laboral ofrezca, además de estabilidad y un salario adecuado, un
equipo de trabajo lo más armónico posible, la infraestructura y el
confort necesario para llevar adelante las tareas.
"Y también
contar con autoridades o jefes que sepan rescatar y hacer explícito lo
positivo de cada trabajador, porque si sólo se limitan a no señalar los
defectos, la sensación de no dar más se acentúa", agregó Homene.
El
distrés en el trabajo puede acarrear el llamado síndrome del quemado o
burnout, caracterizado por el agotamiento emocional, la
despersonalización y la falta de realización personal. Esta afección,
frecuente en trabajadores de la salud y educadores, es hija de una
demanda excesiva y sostenida durante un tiempo prolongado en el ámbito
de trabajo.
Según los especialistas, no tratarlo puede ser
perjudicial tanto para quien lo sufre como para quienes requieren de
esa persona algún tipo de servicios. Ocurre que los "quemados" padecen
un agotamiento tal, que caen en el desinterés casi absoluto por lo que
hacen y esto puede manifestarse, incluso, con desidia y agresividad
hacia los demás.
"Si al agotamiento laboral se le suma la
tensión que suelen generar las fiestas de fin de año y la organización
de las vacaciones, el cuadro puede requerir especial atención
profesional, sobre todo en personas que han sufrido demasiadas
situaciones estresantes durante el año", señaló Homene.
Por
otra parte, Navidad y Año Nuevo suele ser para mucha gente, "un momento
del año signado por la nostalgia, en el que se tornan más patentes las
ausencias, el paso del tiempo y los recuerdos idealizados de lo que
eran las fiestas", concluyó Homene.
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