Los investigadores de la enfermedad de Chagas concentrarán sus esfuerzos en evitar que no haya más niños afectados por el mal en el noreste y noroeste del país, Paraguay y Bolivia, para evitar la expansión de una enfermedad que en Argentina afecta a dos millones de personas, afirmó la investigadora del CONICET Elsa Segura.
"El Chagas es una enfermedad que ha sido un azote para la Argentina, donde todavía nos quedan 2 millones de pacientes infectados; entonces no queremos que haya más casos nuevos", dijo a Télam Segura, doctora en Farmacia y Bioquímica e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en el Instituto de Parasitología Fatala Chabén.
"Venimos trabajando desde distintos puntos de vista para aportar con investigaciones al éxito del control de la enfermedad de Chagas y queremos que no haya más niños enfermos, porque el mal empieza en la niñez y se manifiesta en la adultez con problemas cardíacos y en los músculos largos".
Segura está hace más de 44 años en el tema y realiza investigaciones operacionales con las poblaciones rurales en Chumbicha y San Pedro de Santa Rosa, en Catamarca. "Hay una condición para que la gente sea chagásica, y es que sea pobre", señaló.
Segura participó del seminario "La endemia chagásica en la región del Gran Chaco", que deliberó esta semana en la Academia de Medicina, en Buenos Aires.
Con ella coincidió el médico Jaime Altcheh, quien planteó en el encuentro que "la enfermedad de Chagas debería ser considerada principalmente como una enfermedad pediátrica".
"Si curamos a los niños vamos a tener mayor cantidad de donantes de sangre y menos Chagas congénito", transmitido de madre a hijo, afirmó el pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Sergio Sosa-Estani, del Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemoepidemias del Fatala Chabén, alertó que "en los medicamentos existentes ni hay formulaciones para chicos: no existen jarabes o pequeños comprimidos que faciliten su administración"
El programa regional data de 1991, cuando se propuso el control vectorial -por las vinchucas- y transfusional -por la sangre- de la transmisión del tripanosoma que produce la enfermedad de Chagas en los seis países del Cono Sur, coordinado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante una reunión de ministros de Salud de la región
Segura contó que en el seminario "se revisaron todos los resultados y se llegó a la conclusión de que hay que tomar medidas especiales para poder eliminar las vinchucas en la zona del Gran Chaco", que es considerada, junto a la Amazonia, una región de características muy particulares.
El Gran Chaco abarca la mitad de Paraguay y Bolivia y la región argentina de Formosa, Chaco, Santiago del Estero, la mitad de Salta, una parte de Tucumán y Catamarca, La Rioja y San Juan.
"Hay algunas cosas para seguir investigando, como la resistencia a los insecticidas que han desarrollado las vinchucas" en algunas zonas, comentó.
Segura evocó que "en 1991, en Brasilia, estuvimos junto al representante de Uruguay, Roberto Salvatella, acompañando a nuestros ministros de Salud y conseguimos que los representantes de los otros seis países recomendaran nuestras propuestas a sus gobiernos".
La iniciativa implicó establecer normas comunes para aplicar insecticidas y revisar las viviendas y los tratamientos, y se replicó en tres iniciativas similares en México, Centro América y el norte de Sudamérica.
"El objetivo era la eliminación del Triatoma (de la vinchuca) dentro de las habitaciones de toda nuestra área rural pobre, en la que había 3 millones de viviendas", contó Segura.
Primero Uruguay, después Chile, luego Brasil, declararon que habían eliminado las vinchucas de las viviendas, y Argentina quedó con algunas provincias en vigilancia, como Jujuy, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Río Negro, pero fuera del área chaqueña.
"Este encuentro ha sido muy importante porque es el primero en que un grupo de especialistas se reúne a pensar y discutir soluciones específicas", enfatizó.
No obstante, el programa argentino se remonta a 1962 y, "aún con muchos altibajos, por lo menos, en estos 46 años, se rociaron tres veces todas las viviendas", balanceó.
Recientemente, "la ministra de Salud, Graciela Ocaña, aumentó 20 millones de dólares al programa con los fondos ministeriales, así que lo que ansiamos es que el plan se despliegue con celeridad, porque en agosto empiezan a reproducirse y cada hembra de vinchuca pone 240 huevos, la mayoría fértiles".
"Si se suma el gasto que implica seguir cada seis meses a los dos millones de chagásicos con electrocardiogramas y radiografías, y ponerles marcapasos u otros procedimientos que ahora existen para salvarles la vida, es enorme comparado con la menor inversión que requieren las medidas de prevención", concluyó.- (Télam).
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