Ayer se produjo un diálogo entre los representantes diplomáticos de ambos países, en el que el gobierno de Lula mostró su disconformidad con la decisión del presidente Rafael Correa de suspender el pago de una deuda con el brasileño Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
El BNDES, el organismo brasileño de fomento, concedió a Ecuador un préstamo por 242 millones de dólares para financiar las obras de la central hidroeléctrica de San Francisco, construida por la empresa brasileña Odebrecht.
Brasil llamó ayer en consulta a su embajador en Quito como gesto de
protesta por la decisión de la administración de Rafael Correa de ir a
un arbitraje internacional para suspender el pago de una deuda con el
brasileño Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
La
decisión representa una agudización de los roces diplomáticos que
Ecuador y Brasil vienen manteniendo, y que van en escalada desde la
última reunión entre Luis Inacio Lula Da Silva y Rafael Correa, el 30
de septiembre, en Manaos.
En un comunicado, la Cancillería
brasileña expresó su "seria preocupación" frente a la decisión de Quito
y consideró que "la naturaleza y la forma" de las medidas adoptadas por
el gobierno de Correa "no se adaptan al espíritu de diálogo, de amistad
y de cooperación" entre los dos países.
"La decisión del
gobierno ecuatoriano -enmarcada en una investigación de toda la deuda
ecuatoriana 1976-2006- fue anunciada en evento público sin previa
consulta o notificación al gobierno brasileño", se quejó la Cancillería.
El
canciller Celso Amorim, quien participa hoy en Sao Paulo en una
conferencia sobre biocombustibles, afirmó que la decisión del gobierno
ecuatoriano de suspender el pago de la deuda con el BNDES generó "mucha
preocupación" en Brasil, consignaron las agencias ANSA y DPA.
"Por
esta razón llamamos para consultas a nuestro embajador en Ecuador, y
todos los que conocen algo de diplomacia saben qué significa eso",
expresó el ministro.
Itamaraty (sede de la Cancillería
brasileña) no llamaba a consultas a un embajador desde la Guerra de la
Triple Alianza (1865-1879) cuando Brasil, Argentina y Uruguay
enfrentaron a Paraguay.
Un rato después, el presidente Luis
Inácio Lula Da Silva respaldó la decisión aunque sin más palabras que
"las de Amorim, porque son justamente las que iba a decir".
El
BNDES, el organismo brasileño de fomento, concedió a Ecuador un
préstamo por 242 millones de dólares para financiar las obras de la
central hidroeléctrica de San Francisco, construida por la empresa
brasileña Odebrecht.
La planta empezó a funcionar a mediados del
año pasado, pero sus operaciones fueron suspendidas en junio último y
estuvieron paralizadas 130 días debido -según el gobierno de Ecuador- a
fallas estructurales en su ejecución.
Esa falta de funcionamiento, de acuerdo con cálculos oficiales, generó 23 millones de dólares de pérdidas.
Odebrecht
argumentó que las fallas en la central se dieron por razones ajenas a
las de construcción y estructura, y ofreció depositar en fideicomiso, a
favor del gobierno de Quito, 43 millones de dólares, en caso de que se
comprobara su responsabilidad en el problema, pero el gobierno de
Correa no aceptó la propuesta y dispuso su expulsión del país.
Ayer
se abrió un nuevo capítulo en el diferendo a partir del anuncio del
titular del Fondo de Solidaridad de Ecuador, Jorge Glas, de que habría
una demanda contra Odebrecht ante la Corte de Arbitrajes de la Cámara
Internacional del Comercio, en París, donde pidió medidas cautelares
contra el BNDES, para "detener los cobros que quiere hacer al gobierno
de Ecuador".
El anuncio de Quito contradice las propias
expectativas de Brasilia, que en septiembre había descartado, a través
del mismo Amorím, que la decisión de parar la obra pudiera poner en
riesgo el pago la deuda al BNDES, que los brasileños estiman en unos
400 millones, si se consideran los intereses.
Según Amorim, la
deuda es garantizada por el Convenio de Créditos Recíprocos (CCR), que
rige las relaciones comerciales, y si no se la paga, la consecuencia
será que "se va a acabar el comercio entre Brasil y Ecuador".
"Yo
no entiendo cómo dejan de pagar, porque tiene la garantía del CCR, que
es una garantía comercial. Si hubo alguna irregularidad, ésta no fue
practicada por el BNDES", enfatizó el ministro.
El caso de
Odebrecht es el primero con un país vecino que el presidente Luiz
Inacio Lula da Silva no logró solucionar mediante un diálogo directo.
La
molestia de entonces de Brasilia hizo que suspendiera por tiempo
indeterminado el proyecto de cooperación con Ecuador en el sector de
transportes.
Según versiones de la prensa brasileña -desmentidas
por el gobierno de Quito-, las fricciones también se reflejaron en una
paralización de las negociaciones para la venta a Ecuador de 24
turbohélices brasileñas SuperTucano, que había sido acordada en abril
pasado por Lula y Correa.
El nuevo roce realza la expectativa
que genera la próxima cumbre de la Unión de las Naciones del Sur
(Unasur) y la I Conferencia América Latina y el Caribe (CALC), que
reunirá el 16 y 17 de diciembre en Salvador de Bahía, a 34 gobernantes
de la región.
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