Hoy a las 20,30 en el Teatro Alberdi un elenco integrado por alumnas, docentes y no docentes de la Escuela Sarmiento pondrán en escena “Antígona Velez”, de Leopoldo Marechal. Una historia griega en la pampas argentina en el contexto del exterminio indígena en la llamada “Conquista del desierto”. Una obra estrenada gracias a la insistencia de Evita. Anécdota.
La dirección es de Verónica Kempf.
Con Antígona Vélez un elenco integrado por alumnas, docentes y no docentes de la Escuela Sarmiento, bajo la dirección de Verónica Kempf realizarán una muestra anual de Arte Escénico-Ciclo de Orientación.
La obra está adaptada de la escrita por el insuperable Leopoldo Marechal. Es la historia de la heroína griega, pero en los horizontes rurales de la Pampa Argentina, en el marco de la "Conquista del desierto" y el exterminio de los indios pampa.
El relato comienza cuando el hermano de Antígona, Ignacio, rechaza la civilización para unirse a los indios en su lucha. En la contienda, muere junto a su hermano Martín Vélez.
Antígona reconoce la falta de su hermano Ignacio Velez, pero sabe que con su muerte es suficiente castigo. No se opone, tampoco rebela. Su lucha es contra las leyes humanas que afrentan a lo divino. Es esta la "ley más vieja" que Antígona quiere hacer respetar.
La anécdota
Desde el sitio alternativateatral.com Héctor Ángel Benedetti, comenta brevemente su estreno.
Leopoldo Marechal entregó los originales de su obra, Antígona Vélez, al secretario de informaciones del peronismo Raúl Alejandro Apold. No había tomado la precaución de hacerle un duplicado, y ocurrió lo que era de temer: Apold perdió el manuscrito y la pieza teatral se perdió. El secretario llamó varias veces a Marechal pidiéndole que la reconstruya. Nunca obtuvo respuesta. Hasta que Evita tomó cartas en el asunto, cuando le manifestó personalmente al escritor su deseo de ver estrenada la obra.
En base a
borradores, Marechal reescribió el drama y lo llevó al
teatro Cervantes, donde sería representado bajo la dirección
de Enrique Santos Discépolo.
Apenas nueve o diez días
de ensayo tuvo Antígona Vélez. Había una
orden arrogante de preparar su debut lo antes posible. Lleno de
urgencias, de actores recomendados y de cambios introducidos “de
arriba”, el estreno fue un desastre y sólo se salvó
del naufragio el valioso libreto de Marechal.
Una de las
situaciones que más había exasperado a Discépolo
durante los ensayos fue la presencia de una actriz consentida por
algún funcionario poderoso. Discépolo llegó a
decirle una vez:
—Por favor, querida... Te admito que no
sepas la letra... Te admito que entres a destiempo... Pero por favor,
¡dejate de mover los brazos, porque con tus pulseras tapás
la voz de todo el resto del elenco...!
Para agregar luego, dirigiéndose
a Marechal (que estaba presente fumando, grave, su pipa):
—No
se oye... No se oye nada... Sólo se oyen sus pulseras... ¿Y
qué podemos pretender? Esta chica es solamente una naricita
para arriba y un culito para abajo... ¡Y me viene a tocar
justamente a mí!
Sebastián Ganzburg
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