Un curso para formar cuidadores de mayores se pondrá en marcha en la Facultad de Psicología de la UBA, como parte de una tendencia cada vez más generalizada que pretende erradicar el modelo asilar de internación en geriátricos para que los ancianos se queden en casa, con sus cosas y sus afectos.
"Cuidarlos para que puedan vivir en su casa, en el mismo barrio, cerca de sus afectos, manteniendo su personal estilo de vida, es una tarea para la que hay formarse", dijo a Télam Daniel Mingorance, coordinador de los cursos que dictará desde el 10 de noviembre la Facultad de Psicología.
Son 12.000 los egresados de la capacitación que la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores (DINAPAM), dependiente de la Secretaría de Niñez y Adolescencia, del Ministerio de Desarrollo Social ha llevado ya a municipios y ONGs de todo el país.
Ahora será la Facultad de Psicología de la UBA la encargada de ofrecer esa misma capacitación a personas de 25 a 50 años durante seis meses, tres veces por semana en la sede porteña de la calle Yrigoyen, y en San Isidro y Avellaneda.
"No es cuestión de estar en contra de los geriátricos porque éstos siguen siendo una alternativa válida en momentos de la vida del adulto mayor, en que su salud está más comprometida", consideró Ricardo Iacub, jefe de la cátedra de Psicología de la Tercera Edad de esa casa de altos estudios.
Sin embargo, ponderó el rol del cuidador domiciliario al afirmar que "se pueden hacer cosas muy interesantes desde ese lugar. Es una tarea que tiene que ver con el cuidado integral de la persona. Si se hace con interés, puede ser muy gratificante para ambos".
"Acompañar al anciano a hacer un trámite, a prepararse la comida o visitar al médico son algunas de las tareas del cuidador, que se enriquece cuando se encara con una mirada posibilitadora del envejecimiento y manejo de herramientas para afrontar situaciones concretas", dijo Iacub.
Por eso la idea del curso es jerarquizar la atención de los mayores, aunque también de las personas con discapacidades y de las personas con patologías crónicas invalidantes o terminales, aunque también busca que los cuidadores se conviertan en agentes difusores de salud a la vez que crea una fuente de trabajo.
Muchas veces, según observan los especialistas, se dan situaciones de maltrato y abuso en la relación entre un adulto mayor y su cuidador en ambos sentidos, una problemática que se soluciona al poder asimilar la demanda del anciano sin tomarla como imperativo "y eso se aprende con herramientas para un buen cuidado del otro", evalúa Iacub.
Es más, "un cuidador bien cuidado es poco probable que se convierta en un agente de abuso", por eso reiteró que la formación jerarquiza la tarea y cumple también una función de control muy necesaria.
Para Graciela Zarebski, directora de la carrera de Gerontología de la Universidad Maimónides, el cuidador debe recibir mucha contención además de los conocimientos necesarios para su tarea, que "puede complicarse si el cuidador se mimetiza con el anciano, deja de poner límites y lo sobreprotege".
La gerontóloga contó que en los cursos de formación de cuidadores domiciliarios "se trabaja sobre los prejuicios que existen en nuestra sociedad que, a veces, ve al viejo como una persona que ha perdido la capacidad de decidir".
"La sobreprotección también es maltrato, porque interfiere enlas elecciones personales de una persona que muchas veces tiene la posibilidad de seguir optando, aunque necesite ayuda", explicó.
La capacitación, además de cubrir una demanda familiar real, ofrece inserción laboral y social a muchas personas con vocación solidaria, dispuestas a encarar una tarea formal.
"Es impactante ver cómo los cuidadores, la mayoría mujeres, buscan seguir perfeccionado sus conocimientos al pasar por la experiencia de la profesionalización", dijo Iacub.
Como únicos requisitos para poder hacer la formación de cuidador domiciliario se solicita tener primaria completa y presentar el certificado de buena conducta, tras lo cual se realiza al postulante un test psicológico.
La convocatoria de la UBA está especialmente orientada a personas desocupadas y beneficiarios de planes Jefes y Jefas de Hogar y la formación permite atender también a otras personas con cierto grado de dependencia, como discapacitados o personas con enfermedades terminales. (Télam)
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