El consenso para una ley que reglamente las nuevas prácticas médicas como la reparación de daños con la creación de tejidos a partir de células madre va a requerir una opinión pública esclarecida en los nuevos avances científicos, evaluó la especialista en bioética Susana Sommer.
Sommer considera que es muy difícil decir lo que es bueno y lo que es malo, por eso, para ella, la pregunta sigue siendo "esto que yo técnicamente puedo hacer, ¿está bien que lo haga?".
La posibilidad técnica de generar cualquiera de los 220 tejidos del organismo a partir de células madre obtenidas de embriones humanos, o de gestar "bebés de diseño" como el nacido esta semana en Andalucía, seleccionado genéticamente para que las células de su cordón umbilical sirvan en un trasplante de médula a su hermano mayor, imponen una discusión social que promete controversias.
Sommer es profesora de Bioética en la Ciencia en la maestría de Biología Molecular Médica y en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y autora de los libros "De la cigüeña a la probeta", Genética, clonación, bioética" y "Porqué las vacas se volvieron locas".
En diálogo con Télam, Sommer afirmó que "las nuevas técnicas que van apareciendo en los últimos años, como las células madre o troncales, son promisorias pero hasta ahora no está todavía demostrado que vayan a alcanzar el éxito".
Sommer considera que es muy difícil decir lo que es bueno y lo que es malo, por eso, para ella, la pregunta sigue siendo "esto que yo técnicamente puedo hacer, ¿está bien que lo haga?".
Las células madre o troncales son células indiferenciadas capaces de transformarse en el tejido que uno necesita reparar.
El regulador de la actividad es el ente nacional de trasplantes Incucai a través de una resolución ministerial que se procura superar con una ley que abarque también las técnicas de fertilización asistida, que se practican hace más de 20 años en la Argentina, reguladas por la propia sociedad médica.
- ¿Qué período considera que transcurrirá hasta que Argentina cuente con una ley que reglamente las terapias celulares o la fertilización asistida?
Los tiempos de legislación serán largos porque quienes deben legislar necesitan asesoramiento técnico eficiente y, además, tiene que haber consensos sociales.
Hay que tener en cuenta que se va a legislar sobre cosas que no existían cuando los adultos terminamos el colegio, por lo cual va a ser importante la divulgación científica para transcribir a la opinión pública el estado de los distintos avances y que cada cual se vaya formando su opinión acerca de qué contenido daría cuenta para la mayor cantidad de gente, para esta sociedad y esta cultura.
Y tiene que haber consensos sociales para que no sólo haya un grupo que pueda ofrecer tratamientos con células madre sino también una sociedad que piense que vale la pena que existan estos tratamientos.
Es lo que pasó finalmente con la ley de divorcio, para la que llegó un momento en que mucha gente entendió necesario que un tipo de norma tenía que haber en la Argentina ya que las personas se separaban, armaban una segunda pareja y lo que no podían era volver a casarse porque si no eran bígamos.
Había gente que consideraba calamitosa esa norma y pensaba que, a partir de la ley, se iban a incrementar los divorcios. Y lo que pasó en realidad es que aumentaron los casamientos, porque la gente regularizó las situaciones de hecho y pudo volver a casarse.
Con una ley de fertilización asistida se van a reglamentar los usos, pero no es que todo el mundo se va a tener que hacer fertilización asistida: cada cual lo va a manejar de acuerdo a sus propias convicciones.
-¿Cómo concuerdan las posibilidades tecnológicas con las costumbres sociales y culturales arraigadas?
- Esos son los criterios a acordar. En Gran Bretaña, si bien las donaciones de gametos son anónimas, los hijos producidos por estas donaciones tienen derecho a los 18 años a buscar cuáles son sus orígenes, porque en casi todo mundo se considera que los hijos adoptivos tienen derecho a saber quiénes son los padres, lo que se llama el derecho a la identidad.
El primer tema a discutir es si estamos de acuerdo en que haya donaciones o no, porque algunas sociedades o personas pueden pensar que una cosa es la fertilización in vitro entre los miembros de una pareja y otra es que donen óvulos o espermatozoides personas ajenas a la pareja.
El "bebé de diseño" es una gran discusión, porque ¿es justo tener un hijo para resolver un problema del anterior? Por contraparte, ¿es justo que no se haga nada para ayudar a un hijo si se lo puede hacer?
Suponiendo que una pareja decidiera seleccionar el próximo hijo compatible para ayudar a su hermano y tuviera éxito, ¿se generarán situaciones de deudor-acreedor entre ellos? ¿El que ayudó una vez a su hermano, considerará que debe seguir ayudándolo de por vida? ¿Será lo mismo que a uno le nazca un hermano cualquiera que uno programado? Es muy difícil decir lo que es bueno y lo que es malo.
La pregunta sigue siendo "esto que yo técnicamente puedo hacer, ¿está bien que lo haga?".
- Hay opiniones religiosas contrarias a prácticas que consideran manipulación de la vida por fuera de los designios de Dios, ¿se conoce el comportamiento de quienes asumen esta posición a la hora de requerir un tratamiento de fertilización?
- No se conoce, porque habría que preguntarlo explícitamente a quienes se realizan una fertilización asistida. Sin embargo, aunque ciertas posiciones no están de acuerdo con los métodos anticonceptivos, vivimos en una sociedad en la que la mayoría de la gente tiene dos o tres hijos, con lo cual hay que pensar que algún tipo de regulación social de la fecundidad existe.- (Télam).
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