Los biocarburantes contribuyen al alza del precio de los alimentos sin que mejoren la seguridad energética de los países ni se conozca si su uso tiene grandes beneficios para el medioambiente, según el informe anual de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) , informó un cable de la agencia Efe.
Por esos motivos y con la salvedad del Brasil, el director de la FAO, Jacques Diouf, pidió que se revisen las políticas sobre los biocombustibles.
“Las políticas puestas en marcha para promover la producción y el uso de los biocombustibles son cada vez más cuestionadas”, aseguró Diouf al presentar el informe anual sobre “El estado mundial de la agricultura y la alimentación”, dedicado este año a ese asunto.
El diplomático senegalés explicó que “sin duda”, los biocombustibles generados a partir de las cosechas de cereales “han contribuido a la reciente fuerte subida de los precios de los alimentos”.
Los altos precios de los alimentos provocaron durante el último año un aumento del hambre en el mundo, al pasar de 848 millones a 923 millones el número de personas que no tienen una alimentación suficiente, según estimaciones de la FAO.
Aunque Diouf reconoce que “los biocombustibles ofrecen oportunidades”, sin embargo destacó que hasta ahora han tenido más inconvenientes que ventajas, sin solucionar problemas como la seguridad energética o la reducción clara de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Keith Wiebe, economista jefe del Servicio de Comparación del Desarrollo Agrícola de la FAO , recordó que los biocombustibles cubren sólo un 2% de las necesidades energéticas del mundo.
El experto resaltó, sin embargo, que “incluso si toda la producción de cereales del mundo se convirtiera en biocombustible, sólo serviría para cubrir la mitad de la demanda de petróleo en el planeta”.
En cuanto a las emisiones de gases con efecto invernadero, indicó que la producción de etanol a partir del maíz en Estados Unidos de América las recorta en un 20%, mientras que en Europa, donde se obtiene de las semillas de colza, se rebajan entre un 40 y un 60%.
No obstante, destacó que tales mediciones no tienen en cuenta el carbono liberado por el cambio del uso de la tierra, que comporta la conversión de tierras forestales en agricultura.
Aunque aún se desconoce cuál sería el verdadero beneficio si se tuviera en cuenta ese carbono, los científicos opinan que las reducciones de gases invernadero quedarán prácticamente anuladas, dijo Wiebe.
La producción de biocombustibles, que sólo es rentable cuando el barril de petróleo está por encima de los 55 ó 60 dólares estadounidenses, se sustenta además con incentivos fiscales y barreras comerciales, por lo que hasta el momento han favorecido sólo a los países más desarrollados, según Diouf.
Por todas esas razones, pidió que “los esfuerzos se encaminen a mantener el principal objetivo: liberar a la humanidad del azote del hambre”.
Un caso aparte en la cuestión de los biocombustibles merece el Brasil, según destacó Wiebe, quien dijo que “hay mucho que aprender” de ese país.
El economista señaló que en Brasil los biocarburantes, obtenidos a partir de la caña de azúcar, suponen el 20% del combustible usado en transporte, no afectan al precio de esa materia prima ni al de otros alimentos y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 80 y un 90%.
No obstante, sostuvo que las autoridades brasileras deben velar para que no haya un desvío del uso de las tierras, como sería la tala de bosques en la Amazonía.
Sobre la actual crisis financiera y su influencia en la crisis de los alimentos, el director general de la FAO indicó que aún es pronto para saber la influencia que puede tener, pero vio muy probable que sirva para empeorar la situación, informó Efe.
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