Isaac teme que su rinitis se agrave y a Moacir le preocupa la salud de sus hijos. En Brasilia, la capital de arboladas y aire puro, una inusual nube de humo procedente de los incendios en varias regiones del país puso en alerta a la población.
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En los últimos días, se multiplicaron las imágenes de una neblina tóxica sobre monumentos emblemáticos, como el Congreso y el palacio presidencial de Planalto, en esta ciudad de 2,8 millones de habitantes, muchos de los cuales salieron a la calle con mascarillas.
Un panorama inédito en esta urbe fundada en 1960, más propenso a darse en Manaos y otras ciudades amazónicas, donde los fuegos en el mayor bosque tropical del mundo dejan recurrentemente su estela de contaminación.
Y chocan a los brasilienses, aunque ya estén acostumbrados a no ver una gota de agua durante los meses de sequía, de abril a septiembre.
"Vivo aquí desde hace cuatro años. Esta época ya es seca por naturaleza, pero es la primera vez que veo la nube de humo", dice a la AFP Isaac Tomas.
"Me preocupa mucho. Es un problema de salud y yo sufro: ya lo paso mal con la rinitis durante la sequía, con el humo, empeora", afirma este funcionario de la Cámara de Diputados, en los alrededores de una estación de autobuses.
Brasil vive unas semanas fatales en cuanto a incendios: la Amazonía registra récords en casi dos décadas, después de que en julio ardiera el Pantanal (centro-oeste), el mayor humedal tropical del mundo.
Mientras, el estado de Sao Paulo registra su peor mes de agosto desde que se iniciaron los registros en 1998.
A Brasilia una combinación de factores creó esta situación: incendios en los alrededores de la capital y cambios en la dirección del viento que trajeron el humo de otros fuegos, en especial de Sao Paulo. En su gran mayoría fueron causados por la acción humana, según las autoridades.
En la ciudad sede de gobierno diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer, que se precia de tener menos contaminación que otras como Sao Paulo y Rio de Janeiro, la calidad del aire cayó a "pésima" el domingo, indicó el Instituto Brasilia Ambiental.
Aunque la situación mejoró el miércoles, todavía quedaban zonas con la misma calidad, según el organismo.
El ministerio de Salud recomendó el uso de mascarillas y reducir la exposición a espacios abiertos, extremando los cuidados a los menores y ancianos.
Las nubes de humo se hicieron sentir también en otras ciudades del país.
Alza en atención hospitalaria
Habitante desde hace tres décadas en Brasilia, Moacir do Nascimento Santo afirmó no haber visto nunca antes un fenómeno así.
"Afecta nuestra respiración, nuestra visión y causa sequedad (...)", dijo este chofer, de 47 años.
"Es muy preocupante para los niños que sufren mucho con ese humo", agregó Moacir, que caminaba con sus dos hijos pequeños.
Los centros de salud registraron aumentos de casos de conjuntivitis, rinitis, asma, neumonía, entre otras afecciones.
En el hospital Santa Lucia, los pacientes atendidos el lunes por problemas respiratorios superaron en más de 20 veces el promedio, dijo Lucas Albanaz, coordinador de Clínica Médica en ese centro.
Llegaron con "tos, ojos rojos, resequedad en la boca y la piel, síntomas de deshidratación", señaló el médico a la AFP.
El pediatra Renato Kfouri, vicepresidente de la Sociedad Brasileña de Inmunizaciones, explicó a la AFP que los "productos químicos" en el aire "agreden las vías respiratorias de manera directa, provocando una reacción inflamatoria, lo que lleva a una exacerbación de cuadros alérgicos" y "favorece el crecimiento de bacterias".
"En guerra"
Para expertos y autoridades, la fuerte sequía que afecta actualmente buena parte de Brasil y está propiciada en parte por el cambio climático explica que los fuegos se propaguen rápidamente.
Como otros eventos climáticos extremos, los incendios se han convertido en un desafío para el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que se declaró el domingo en "guerra" para combatirlos.
También tomó medidas para mitigar la sequía y el calor: el martes prorrogó una ordenanza ministerial que obliga a los organizadores de grandes eventos, incluso los partidos de fútbol, a proveer gratis agua potable a los espectadores.
La medida entró en vigor por primera vez en noviembre, tras la muerte de una joven de 23 años durante un concierto de Taylor Swift bajo las altas temperaturas récord en Rio, un evento que conmocionó el país. AFP
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