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AMPLIARMuchos jóvenes ingresan a academias militares inspirados por su padre o abuelo.

Militares defienden entrenamiento; Los investigadores critican el plan de estudios

Durante su infancia, Renato Almeida Resende soñaba despierto mirando al cielo. En eventos realizados en su ciudad, Juiz de Fora (MG), el niño se mostró encantado con el Escuadrón de Humo. Nunca apartó la vista del avión, ni del pasado (su abuelo, militar del Ejército) ni del futuro (profesión que le hacía feliz).

Sigue.

Este jueves, día en que se celebra la Independencia de Brasil, Renato, o mejor dicho, el cadete Resende, del primer año de la Academia de la Fuerza Aérea (AFA), de 19 años, estuvo presente en la tropa con la que desfiló en Brasilia. , en la Esplanada dos Ministérios. Tomó el estandarte de la academia vibrando con la formación, los valores y hasta las dificultades que eligió para la vida.

La mirada a la vida militar tuvo un momento fundamental cuando, con apenas 14 años, Renato decidió estudiar días y noches para ingresar a la Escuela Preparatoria de Cadetes del Aire (Epcar), en el municipio de Barbacena, en Minas Gerais. Lejos de casa desde muy joven, comprende que la carrera militar implica afrontar dificultades y sacrificios.

En 2023, cursa el primer año de la academia, en Pirassununga (SP), y los valores de su educación están en la punta de su lengua. “El código de honor del cadete está representado aquí en el banderín: coraje, lealtad, honor, deber y patria. Creo que este es el factor que más aporta la academia a los profesionales y a los ciudadanos”, afirma el joven, hijo de una logopeda y un ingeniero agrónomo. Su rutina comienza antes de las 6 a. m. y solo termina después de las 11 p. m.

“Estamos construyendo la mentalidad de adolescentes y avanzamos hacia la edad adulta”. Entre las actividades, su formación de cadete incluye acampar y lanzarse en paracaídas, además de crecer frente a la nostalgia. Por otro lado, cree que las amistades a lo largo del entrenamiento son tan fuertes que parecen una familia.

“Empezamos muchachos en enero y, en poco tiempo, somos personas completamente diferentes”, dice el joven que quiere ser piloto de combate para proteger a Brasil.

Cadete Resende garantiza que temas como ciudadanía y derechos humanos son valores que trae de manera permanente.

“Tenemos charlas y clases con profesionales de diferentes áreas que fomentan el culto a estos valores. El cadete está capacitado para ser oficial y tiene que preocuparse por estos temas”. 

Preocupación por los currículums 

Mientras los soldados defienden la formación académica actual, investigadores escuchados por Agência Brasil reflexionan sobre la necesidad de una reevaluación curricular para los jóvenes que quieren seguir una formación militar. ​

“Necesitamos comenzar reformateando los planes de estudio militares, todavía condicionados en gran medida por la cultura de la guerra fría y sus actualizaciones: guerra híbrida, etc. La clave de todo está en la formación de los militares, empezando por las Agulhas Negras [Aman, una organización militar que forma oficiales del Ejército] y las demás escuelas de formación de oficiales. Se les enseña a mantener esta tradición de los ángeles guardianes. Mientras esto no cambie, la república democrática no se consolida”, dice el historiador Daniel Aarão Reis, profesor de la Universidad Federal Fluminense (UFF)

En la misma línea de razonamiento, el profesor Heraldo Makrakis, postdoctor en Estudios Estratégicos Internacionales por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y doctor en Ciencias Militares por la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército, considera que la reformulación de la doctrina es fundamental para rediseñar el papel que deben jugar las Fuerzas Armadas en el Estado.

Sacrificio

En el caso del cadete Resende, entiende que fue necesario lidiar con la nostalgia: "para lograr algo en la vida, hay que renunciar a algo".

Según el testimonio del historiador Ricardo Cabral, soldado de reserva del Ejército, la fraternidad entre soldados surge de las adversidades y desafíos que terminan enfrentando juntos los compañeros de tropa. Esto hace que, según su evaluación, la carrera militar sea una especie de sacrificio.

"Cuando te unes a las Fuerzas Armadas, ellos están dentro, la fuerza los abraza. Son parte de algo mucho más grande. Cuando te unes, no eres solo tú, es tu esposo, es tu esposa, son tus hijos, tus padres, quienes "Sabes que te has unido a algo mucho más grande. Pasas por muchos momentos de sacrificio personal", afirma el historiador. Mantiene un sitio web y el canal História Militar em Debate en YouTube .

Contexto y crítica

Comandante de la tropa de cadetes de la FAB que desfiló este 7 de septiembre, el capitán de infantería Rafael de Almeida Leitão, de 39 años, se ve en los jóvenes que desfilaron. Nacido en Fortaleza (CE), el funcionario recuerda que ingresó a la institución a los 17 años.

“Tuve que cambiar completamente mi vida. Fue un descubrimiento desde el punto de vista cultural y de vivir nuevas experiencias con personas de diferentes partes del país. Necesitamos abandonar ciertos comportamientos del día a día para absorber los valores de la institución”. Él mismo no tenía a nadie en su familia uniformado. En el cuartel asegura que la convivencia es el día a día y eso fortalece las amistades.

Es el comandante de una clase del cuerpo de cadetes (primer año). El soldado explica que el código de valores que trae la academia es algo motivador, pues reúne sentimientos como el patriotismo y valores agregados en un contexto que favorece mucho la formación de jóvenes ciudadanos. “Incluso en una etapa tan temprana de la vida, ya se les confía una responsabilidad diferente”.

Garantiza que la formación requiere un diálogo más abierto y franco, incluyendo prepararlos para tener sentido crítico y profesionalismo. La formación de la actitud militar y posteriormente la formación del liderazgo se produciría de “una manera muy natural a lo largo de cuatro años”.

El oficial defiende que necesitan tener una disciplina de facto apoyada en un equipo de profesionales, que incluye psicólogos y pedagogos. "Desde que llegaron al gimnasio hasta el momento actual, pienso en ellos las 24 horas del día". 

El comandante considera que el ingreso a la institución y al día a día tiene carácter democrático y logra sacar a los estudiantes de una especie de “burbuja”, pese a que se encuentran en régimen de acuartelamiento. “Los valores son la responsabilidad, la valentía, el amor a la profesión y el valor de la familia”.

El politólogo Paulo Ribeiro da Cunha evalúa el contexto de la visión civil de los cuarteles y entiende que los militares pueden, como ha ocurrido en otros momentos de la historia, involucrarse en política si así lo desean.

Cita períodos en los que los militares participaron activamente en la política, como la abolición de la esclavitud, la defensa de la República y el movimiento teniente.

Sin embargo, el experto critica el partidismo de los militares, como ocurrió durante el gobierno de Jair Bolsonaro. "Ellos [los militares] encontraron mucho apoyo de sectores [políticos] y salieron a la luz casos de corrupción que terminaron rayando la imagen de las Fuerzas Armadas y disminuyendo su prestigio en la sociedad brasileña".

Cunha recuerda que muchos militares sufrieron persecución por defender la democracia y oponerse a los desmanes y excesos de la dictadura militar instaurada por el golpe de 1964, según documentó la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) .

Otra investigadora, la profesora Suzeley Kalil, de la Universidad Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho (Unesp), critica los estereotipos vinculados al papel de los militares. Un ejemplo es que el Estado habría transformado cualquier problema en algo del ámbito de la “defensa nacional”. Las Fuerzas Armadas se despliegan, por ejemplo, para resolver problemas de política pública, como la distribución de camiones cisterna para remediar la escasez de agua.

Según el investigador, esta etapa hace que los militares sean vistos como esenciales, cuando, en realidad, correspondería exigir al sector competente la propuesta de políticas públicas específicas. 

Otra crítica es la seducción de los Estados con escuelas civiles que absorbieron preceptos de los militares. "Es como si los militares pudieran encarnar esta ética [extremadamente correcta]. Eso de pensar que los militares no roban, no traicionan a nadie, no son parte de la sociedad, es mejor que eso. Es como llevar el pelo corto. un uniforme, una ropa almidonada eran sinónimo de buen comportamiento, y la historia demuestra que no es así", reflexiona Suzeley.