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El eximio violinista Pablo Agri
Camara fotoAMPLIAREl eximio violinista Pablo Agri
25/09/2008 - Recitales

Cuando al tango se lo trae desde la cuna

Hoy las 22, en el marco del 48 Septiembre Musical, en el Teatro San Martín Pablo Agri Sexteto presentará un urbano espectáculo de tango. La crítica especializada considera la propuesta del grupo como sólida y origina. Pablo es hijo del recordado violinista de Piazzolla Antonio Agri.

Comentario del disco que presentará esta noche.

Pablo Agri, reconocido artista de extensa trayectoria, compartió escenario con grandes exponentes del tango como Leopoldo Federico, Mariano Mores, Néstor Arconi, Julián Plaza, entre otros. El sexteto se conforma con Raúl Di Renzo y Matías Grande (Violines), Benjamín Bru Pesce (Viola), Patricio Villarejo (Violoncello), Horacio Cabarcos (Contrabajo) y Pablo Agri (Violín, solista y dirección)

Hijo de Antonio Agri, quien marcó una época en la música popular de los argentinos como solista de Astor Piazzolla y otros grandes del tango. Pablo acaba de presentar su nuevo disco, “Cuadros Tangueros”, con arreglos de José Carli.

Hacia 1994, en un encuentro con Antonio Agri en una vereda de Les Halles, casi al lado del Sena, en la muy paqueta París, hablando de todas esas cosas que el lejano horizonte amado hacen más intensas, supe de una profecía: “Mi hijo Pablo va a ser mucho mejor violinista que yo”. Lo estaba diciendo quien para ese entonces ya estaba en el Olimpo del instrumento de Antonio Stradivarius y Niccolo Paganini en toda la historia del tango, junto a Elvino Vardaro, Simón Bajour, Enrique Mario Francini y Fernando Suárez Paz. Para ese entonces la salud de Antonio empezaba declinar, no así el hermoso sonido de su violín, que lo acompañó hasta su muerte en 1998.

Pasaron los años y en este siglo XXI hay dos Agri en el gran manual del Tango.

Uno es Antonio, por lo expuesto, por si mismo y por los discos que por siempre lo muestran de pie al lado de Astor Piazzolla, que a su vez está al lado de Antonio, con una pierna clavada en el piso y la otra dibujada desde su bandoneón.

El otro es Pablo, que a fuerza de coraje, estudio, voluntad, está haciendo posible eso tan difícil: dejar de ser el hijo de...

¿Es Pablo mejor que el viejo? (Un viejo dicho con todo el cariño y nostalgia que van en este momento hacia el recuerdo imborrable de Antonio). Imposible decirlo, mejor apostar a ese casi otro imposible de la moneda parada para resolver vía azar lo que el intelecto no quiere.

En la primavera porteña del 2005 apareció un disco de Pablo que parece seguir una trayectoria de apellido. Cuando Antonio en 1977 se desvinculó de Piazzolla casi para siempre (volvió de manera fugaz al Quinteto en 1985 pero un grave accidente automovilístico lo marginó de ese reencuentro), su grito como director y solista lo enmarcó en un Conjunto de Arcos de 13 músicos. Aquello sonaba lindo, nada más que lindo, desde un repertorio engolosinado que iba de Gluck a Piazzolla, de Gardel a Lennon y McCartney y de Joaquín Mora y Fritz Kreisler a Homero Manzi y Aníbal Troilo. La verdadera historia de Antonio Agri no se escribió con ese disco ni con el Conjunto de Arcos.

La parábola de Pablo es distinta a la de papá Antonio, pero este disco hace rememorar aquel otro. Más modesto en la formación, un Sexteto (cuarteto de cuerdas más contrabajo y él como violín solista), lo que no quiere decir menor volumen musical, aquí solo y nada más que el Tango transita por las 14 bandas, más un invitado de lujo en dos temas: el gran Leopoldo Federico. Hay otro elemento que aúna: el arreglador y también presente como compositor, es José Carli, que también supo ser colaborador asiduo de Antonio..

Carli, que es mucho audaz y creativo como arreglador que como autor, entrega en este CD la cuota de nuevos temas. Sin embargo, parecen muchos más rebeldes, todavía hoy, varios clásicos de Julio de Caro y Pedro Laurenz. De Carli arreglador habría que apuntar el estupendo trabajo en Mala Junta, donde parecen sonar bandoneones cuando se trata de timbres sonoros de las cuerdas

La presencia de Federico (en trío bandoneón, violín, contrabajo) hace a un buen momento en el disco, siempre es grato hacerle oídos a su fueye intenso, el único que queda de ese trío eximio (Aníbal Troilo, Astor Piazzolla y él) que marcó a la generación posterior, la de Néstor Marconi, Dino Saluzzi, Daniel Binelli, Walter Ríos y Julio Pane.

No me provoca euforia este disco de Pablo Agri, que es muy distinto a decir no me gusta. Que al fin y al cabo sería apenas una opinión. Es un trabajo prolijo, la elección del repertorio es poco discutible, los arreglos son más que correctos y el sonido total le va a gustar a mucha gente que ama el tango desarrollado desde las cuerdas. Ni hablar de la calidad de Pablo como solista. ¿Qué le falta al CD? Un poco de vuelo, un poco de locura, un poco de rebeldía. Pablo es joven, un día de estos se volverá a reunir en una sala de grabación con los amigos músicos a los cuales dedica el disco (Marcelo Nisinman, Cristian Zárate) y recién entonces la patria tanguera le estará más agradecida.

Por Natalio Gorín, Tango Siglo XXI

 


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