El 25 de setiembre de 1926, Henry Ford anuncia la semana laboral de cinco días por semana, ocho horas por día. En el siglo pasado, empresarios tucumanos anunciaron la finalización de esa estupidez de trabajar sólo ocho horas diarias. Los empleados de comercios , entre muchos más gremios, añoran las 44 horas semanales, las fiestas con las familias, dar de mamar a sus hijos, asistir a las fiestas en las escuelas de su hijos, los partidos con los amigos, las visitas a parientes o poder ver la tele antes de la 11 de la noche. Son logros de muchos empleadores, que años tras años se van apropiando de los descansos y de las ganas de ser felices de sus empleados. De adecuar los sueldos a la prestación laboral, mejor ni hablemos. Pasa en la mayoría de los trabajos. Hasta mañana. Concejal 19, en vías de asumir.
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