El jueves pasado en el auditorio de la UNSTA, Rolo Andrada puso en escena “Las Troyanas”, famosa tragedia de Eurípides. Holgada obra para un elenco de aficionados. Abyecto público. Buen vestuario y escenografía. La puesta volverá en octubre y noviembre, con elenco diferente. Se destaca hacer de la UNSTA un espacio para el teatro.
Opinión: Mala.
Ficha Técnica
Dirección: Rolo Andrade. Dirección Multimedia: Carlos Hermosilla. Protagonistas: Exequiel Mena; Sol de la Vega; Edith Montoya; Flavio Iván Garlati; Tatiana Figueroa, Sofía Alurralde; Facundo Guzmán; Victoria Martínez.
Subir a escena una obra tan clásica como Troyanas implica por lo menos: un experimentado elenco, buen director, escenografía acorde, público habituado al teatro con mínimos conocimientos de la tragedia o por lo menos de la mitología griega, entre otros detalles no tan importantes.
De los ingredientes antes mencionados, el buen director y la acorde puesta no se discuten. Sin embargo, carece de lúcidos actores y un público entendido. En este último caso se puede disimular semejante falta con alguna introducción o explicación.
Rolo Andrade es acreedor de una enorme capacidad para la dirección, pero nadie hace milagros, mucho menos cuando los actores (todos del taller de teatro de la UNSTA) no tienen la menor idea del concepto de tragedia griega.
Sumado a que la sala estaba colmada de ¿público?.
Tecnicamente, sí. Se ingresaba con la modesta entrada de un alimento no perecedero para la escuela La Ciénaga. La concurrencia parece haberse enterado ese día que existía alguien llamado Eurípides. A Héctor, Atenea, y Príamo, también se los presentó Rolo aquella noche. Para ellos Troya es aquella ciudad vislumbrada en la caricaturesca película protagonizada por Brad Pitt.
Con este panorama quien gusta del teatro, solo renegó por los cientos de celulares encendidos, balbuceos, gente que entraba y salía entre otras irregularidades que hicieron de la puesta una verdadera pantomima.En cambio la escenografía, estéticamente impecable. Una pantalla gigante en el centro del escenario proyectó imágenes de algún film sobre la bélica ciudad. El ecuánime vestuario no desentonó.
Por su parte la adaptación del texto no puede subestimarse. Pero hacerlo con "semejante" elenco (¡30 actores!) no pude generar más que innumerables bostezos. Producto de los balbuceos del público y de los famosos aparatitos que envían sms conjugado con la exigua dicción de los actores, simplemente la historia no se entendió. A no ser que alguien la haya conocido o por lo menos tenga noción de la mitología griega, cosa poco probable en un público mas cercano a Tinelli que a Eurípides. Su duración, ¡dos horas!, un despropósito.
El concepto de hybris, sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado, tampoco se pudo apreciar. Siendo precisamente Eurípides quien dijo: "Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco".
A pesar de todo, se debe tener en cuenta que fue la primer obra completa realizada por el taller de teatro de la UNSTA, integrado por no docentes, alumnos y profesores. Es indudable que la obra seleccionada para el debut no fue la acertada. Quizás un texto más contemporáneo hubiera dejado un impacto más acorde.
Sebastián Ganzburg
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