El camino de los colonos, un minizoológico, el Museo Histórico, la iglesia, el balneario y la antigua estación de trenes, son algunos de los productos turísticos que ofrece Villa Elisa, además de sus termas.
Esta comuna de 11 mil habitantes tiene capacidad de hospedaje de 1.800 camas y recibe unos 150 mil turistas por año, aunque la cantidad de personas que visita las termas llega a las 250 mil.
Villa Elisa está poblada en gran medida por descendientes de suizos, franceses, italianos y vascos, por lo que tiene una rica historia que se refleja en su museo y en otros atractivos generados por la vida cotidiana de aquellos inmigrantes.
Entre estos se destaca el Camino de los Colonos, un circuito que parte del Museo, en el sector urbano, pasa por el Centro Saboya Argentina, sigue por una cabaña de quesos, la Vieja Carpintería, antiguas casonas y establecimientos rurales y culmina en un tradicional almacén de campo, en el histórico Pueblo Hoker.
Gran parte de este trayecto de unos 15 kilómetros es por un camino de ripio, donde hay una docena de establecimientos rurales y casas de campo -para visitar u hospedarse- que en sus entradas lucen sus escudos propios, al estilo de las comunidades alpinas, de donde llegó la mayoría de los colonos.
El museo histórico funciona en el viejo casco de la estancia El Porvenir, la construcción más antigua de la ciudad, que data de 1885 y fue residencia del fundador de Villa Elisa, Héctor de Elía, y adquirida en 1980 por la comuna, que puso a su frente a Carlos María Roude.
La Estancia Museo El Porvenir alberga piezas que reflejan la vida de los primeros colonos y sus familias, además de objetos traídos por parientes europeos a partir del centenario de la ciudad -en 1990-, autos antiguos, carruajes y las primeras máquinas agrícolas de la zona.
Otro atractivo en la ciudad es la granja convertida en zoológico, cuyo propietario, conocido como el "Patón" -por calzar zapatos 50- adoptó mascotas autóctonas y exóticas abandonadas y las albergó en recintos adecuados hasta sumar unos 600 animales.
En un predio de unos 7.000 metros cuadrados se pueden ver gallinas "guinea" que cacarean entre los pies de los visitantes, y en sus jaulas traviesos monos carayá, vistosos faisanes dorados y pavos reales, coloridos tucanes y un corral con llamas y chivos.
La iglesia, que reemplazó a la modesta capilla instalada en 1897, es de estilo neogótico alemán y se construyó por iniciativa de los europeos aunque con tiempos argentinos, ya que el contrato de obra se firmó en 1936 pero el edificio se inauguró en los 90.
En el altar mayor, que es de mármol y giratorio, construido en Córdoba, se encuentra la patrona de la ciudad, la Virgen Niña o Natividad de Nuestra Señora, y es la segunda iglesia del país que tiene la imagen de un angelito negro, en las pinturas posteriores.
Otras propuestas son el balneario, sobre el arroyo Perucho Verne, a unos 9 kilómetros del centro, con un camping, senderos por selva en galería y un avistadero de aves, y la antigua estación de trenes, desde donde parte una formación turística que lleva al Palacio San José, que fue residencia de Justo José de Urquiza.
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