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Evita y Perón, la revolución
Camara fotoAMPLIAREvita y Perón, la revolución
11/11/2022 - Por Jorge Rachid

Si el Peronismo no es revolucionario no será

La palabra revolución borrada del lenguaje habitual de la política que se presenta como “correcta”, denostada por quienes manejan el poder real como un hecho repudiable para sociedades “modernas”, atacada por ser esa expresión la que genera inseguridades a los “inversores”, provocando además alteraciones “emocionales” al conjunto del pueblo. Casi un hecho demoníaco repudiado por los sembradores de incertidumbres mediáticas y miedos masivos.

Sigue.

Si fuese así San Martín, Artigas, Belgrano, Juana Azurduy, Remedios del Carmen, Bolívar, Moreno, Dorrego, Monteagudo, Rozas, Irigoyen, Perón serían todos y todas, “loquitos sueltos” al decir de la actualidad judicial. Miles y miles de hombres y mujeres acompañaron las gestas emancipadoras, revolucionarias que pusieron en marcha cada proceso que iniciaron cumpliendo sueños, generando esperanzas, que en  esa etapa histórica marcaron los rumbos de la independencia y la soberanía nacional. Ninguno de ellos planteó convertir a la Patria en colonia y al pueblo en oprimido, todo lo contrario actuaron, removiendo las causas de la dependencia, por eso inscribieron sus nombres en la historia de la emancipación.

Demolida así la teoría de que toda revolución es lesiva a los intereses patrióticos y populares, avancemos en los procesos que llevan a la modificación de las estructuras que hegemonizan el poder, por aquellas que permiten democratizar el poder institucional y humanizar la política.

Esto se realiza haciendo del mismo proceso de un Gobierno popular y democrático, una herramienta de transformación real y no un simple instrumento del poder económico financiero global, para sus objetivos estratégicos de control social, a los fines de proteger sus intereses, en general imperiales, brutales e inhumanos como se presenta hoy el capitalismo financiero que ha arrasado a los pueblos y debilitado las democracias a nivel internacional, generando ante la crisis pos pandémica, que puso en jaque al capitalismo global, las guerras necesarias para su reposicionamiento dominante.

El peronismo a lo largo de su historia ha sido la síntesis filosófica de los procesos nacionales revolucionarios, desde el inicio mismo de los tiempos de la conquista colonizadora, que acompañaron en cada siglo con luchas intermitentes, derrotas múltiples y victorias “épicas” que no siempre consolidaron, frente a la contra ofensiva del apetito imperial de dominación.

Cuando se pudo con lucha vencer a los conquistadores primarios, los anglosajones con inteligencia estratégica se hicieron del control americano, con sangre y fuego en algunos casos, fragmentando y controlando económicamente la región en una concepción imperial avanzada, con la complicidad de los sectores locales oligárquicos, siempre ligados al cipayismo que los protege, aún con invasiones armada o golpes de estado violentos, que derrumban construcciones colectivas tanto democráticas o como revolucionarias de los pueblos.

Hoy en nuestro tiempo, el movimiento nacional ha sido atacado y vilipendiado por las sucesivas dictaduras militares y los procesos neoliberales, financiados y guionados por los grupos de poder dominantes tanto locales como imperiales, lo cual ha producido como efecto, que cada vez que volvemos desde el peronismo al Gobierno, siempre por el voto popular, el piso de derechos sociales y económicos y el espacio de maniobra soberano, en cada ocasión es más bajo, con lo cual intenta desarmarse la capacidad disrruptiva del peronismo, que siempre amplía derechos y construye soberanía, situación intolerable para los dueños del poder real.

Entonces la pregunta que emerge con fuerza es si el peronismo puede bajar sus banderas estratégicas de construcción de un modelo social solidario, biocéntrico de justicia social independencia y soberanía, con cuidado de la naturaleza, los cual confronta con el modelo extractivista, depredador responsable del calentamiento global, que lleva al suicidio de la Humanidad, que construye  el capitalismo voraz e inhumano, hoy financiero, desde hace décadas y que fue puesto al descubierto por la guerra mundial pandémica, producto de ese mismo proceso de desertización y pérdida de bosques que respiraban por nosotros y de campos que producían alimentos para los pueblos. La respuesta es no puede dejar de ser lo que peronismo es: “el hecho maldito del país burgués” Cooke dixit.

Es así como el peronismo se alza como un peligro siempre ante los poderes fácticos, ya que su base de construcción del pensamiento es diferente a las concepciones eurocéntricas, colonizadoras en estos lares aunque puedan ser adaptables para sus realidades locales. Esa base es revolucionaria, proponiendo los cambios estructurales necesarios en el camino de la construcción del modelo argentino para un  proyecto nacional y popular, sin los cuales es imposible dar respuestas a las demandas de nuestro pueblo en el tiempo y consolidadas en la conciencia colectiva del mismo.

“Para hacer una tortilla, es necesario romper los huevos” sintetizaba proféticamente Perón, por esa razón fue perseguido junto a miles de presos exiliados, desaparecidos, fusilados por quienes estigmatizan las revoluciones populares, como elemento nocivo para sus intereses estratégicos, de ahí los diseños imperiales, no sólo sobre nuestro país sino para Latinoamérica, que cuando no pueden controlarlo ni colonizarlo, lo bloquean, invaden o llevan adelante la revolución de los colores y luego la guerra de lV generación. Está escrito en el protocolo para los gobiernos hostiles por parte de las FFAA de EEUU y enunciada por la lV Flota de ese país, en el libro Las Guerras Híbridas.

El enemigo lo tiene claro y proyectado en un esfuerzo de control de recursos estratégicos y sociedades de los que denomina “su barrio”, en el nuevo leguaje del imperio, para ellos los pueblos latinoamericanos son “sus pueblos” a los cuales deben proteger de las influencias, inversiones, relaciones internacionales, comercio, finanzas de las nuevas potencias emergentes del mundo Multipolar que propone alternativas novedosas en la Multilateralidad comercial.

Revolución es entonces un concepto de la política que el peronismo llevó adelante siempre desde el Gobierno en instancias democráticas, fortaleciendo las instituciones, con los cambios estructurales necesarios apoyados en el voto popular como la Asamblea Constituyente de 1949 en un nuevo camino político-institucional, el primero y segundo Plan Quinquenal de respuestas económico-sociales y el Congreso de Filosofía de Mendoza con marco doctrinario filosófico de la Comunidad Organizada, culminando con el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional del 73. Esa fue una revolución en paz, abortada por la sanguinaria represión llevada a cabo por la reacción imperial y lacaya, en nombre de la “Democracia y la Libertad”. Como hoy quienes debilitan la democracia, entregan la soberanía, saquean el país nos acusan de anti democráticos y corruptos, en un papel patético de entrega colonial.

Los Gobiernos de Néstor y Cristina repararon la traición y el tráfico ideológico del menemato de los 90, recuperando la identidad y la memoria del peronismo en una situación difícil, después de años de neoliberalismo a partir de la recuperación de la democracia que se pudo lograr bajo la auditoría del Consenso de Washington, es decir apertura con Mercado es el límite impuesto. Por esa razón el enfrentamiento con el peronismo era sólo una cuestión de tiempo y más aún después del No al ALCA y la constitución del UNASUR, que hirió profundamente los intereses de EEUU en la región, que en forma rápida preparó la contraofensiva que llevó al Grupo de Lima y la disolución posterior de la alianza regional. Igual que ahora en pleno proceso golpista y destituyente ante los avances pos pandémicos y en plena guerra mundial, que está realizando el Gobierno popular.

Los ataques a las figuras dirigenciales del peronismo se explican no en forma racional, sino como reaccionales a la posibilidad de cambios revolucionarios en la próxima gestión de gobierno popular, que habiendo superado los acontecimientos traumáticos para el país como el saqueo macrista, la pandemia y la guerra, nos lleve a la recuperación plena de la soberanía, atacando las bases mismas de la injusticia social provocada por los enemigos y las circunstancias que hemos atravesado.

Está claro entonces que la revolución es inherente al peronismo, cuando hemos luchado en otras formas fue contra las dictaduras militares, que arrasaron los textos y las instituciones de la democracia, y lo hicimos como marca la misma Constitución Nacional en su defensa, de ahí que la tergiversación histórica de nuestros enemigos, que se prestaron a esos golpes de estado desde 1955 en adelante, que participaron y fueron gobierno gracias a la proscripción del peronismo por 18 años y que después claudicaron a las imposiciones imperiales de los organismos de crédito hegemonizados por EEUU, debilitando la salud y calidad de vida del pueblo, amputando la soberanía nacional, intentando borrar la historia y avasallar la identidad latinoamericana, siendo una muestra más de su claudicación nacional

Hoy recuperar el sentimiento patriótico es revolucionario, defender la soberanía es revolucionario, distribuir la riqueza es revolucionario, avanzar en ciencia y tecnología es revolucionario, poner en pie la industria es revolucionario, la Argentina Bi-continental es revolucionaria, construir un modelo social y productivo solidario, biocéntrico con respeto ambiental es revolucionario, porque todo ello enfrenta a un capitalismo financiero depredador, voraz e inhumano que está cayendo en el mundo, a nuestras vistas pero que los medios dominantes no informan, porque va en contra en sus intereses por lo cual nos atacan diariamente. Revolución se hace con peronismo y con militantes revolucionarios, en democracia, pero con Memoria Verdad y Justicia como nos enseñaron Madres y Abuelas de la Plaza, en la gestión con la doctrina peronista con marco estratégico en la mano.

JORGE RACHID, octubre 9 CABA

www.lapatriaestaprimero.org


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