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AMPLIAREl cierre de la Asamblea Eclesial chilena

Con perdón a víctimas cerró asamblea eclesial chilena

Una emotiva ceremonia de perdón se vivió durante la clausura de la Tercera Asamblea Eclesial en Chile que reunió a 600 delegados de comunidades eclesiales y a los obispos de las 27 diócesis del país.

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Tras la homilía, el obispo Alberto Lorenzelli; la delegada para la Pastoral General de San Felipe, hermana Nelly León; la directora del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a las Víctimas, Pilar Ramírez; y el representante de la delegación de Linares, Miguel González, se acercaron al altar con una vela encendida donde realizaron un signo de perdón por las víctimas de abuso sexual en la Iglesia.

El momento fue acompañado por el relato del secretario general de la Conferencia Episcopal, Sergio Pérez de Arce, quien expresó: "A los pies de nuestra madre... Nuestro proceso de discernimiento eclesial ha estado ligado fuertemente a la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia".

"Queremos no solo pedir perdón a las víctimas y sobrevivientes, sino también comprometernos para acabar con ese dolor, darles las gracias por su valentía al denunciar, y pedirle al Dios de la vida que nos haga cada vez más lúcidos, empáticos y valientes para volver a encender como profetas la llama de la fe", sinceró.

En su homilía, el cardenal Celestino Aós agradeció lo vivido durante Ia Asamblea Eclesial Nacional.

"Estamos llamados a ser una Iglesia esperanzadora, por eso lo primero es el sano realismo para ver lo bueno, las maravillas que Dios sigue obrando ¿Cuánta gente buena hay en nuestra Iglesia, en nuestro mundo? Para mí, la Iglesia es esperanzadora porque reza. Y hemos rezado juntos. Una Iglesia que reza, que celebra los sacramentos, que proclama la palabra de Dios, que no se limita a simples ritos, es agua que purifica y sana", señaló.

Celestino Aós recordó las palabras de Jesús a Francisco de Asís cuando lo invita y le dice 'Vete y repara mi Iglesia que amenaza ruina'. Para el arzobispo de Santiago, "la pregunta más grande no será qué ha hecho la asamblea, sino que vas a hacer tú, porque solos no llegaremos lejos".

El cardenal invitó a vivir este "tiempo hermoso y propicio para amar. Si creemos que tenemos que esperar para ser mejores cristianos, para amar más, a que cambien las estructuras, a que pase una nueva asamblea, a que venga otro concilio, estamos mal, es ahora cuando tenemos que fructificar esa unción de nuestro bautismo".

Durante tres días, los delegados y obispos reflexionaron acerca de cómo tener relaciones más evangélicas y estructuras más sinodales. Ello en el marco del proceso de discernimiento que inició hace cuatro años la Iglesia Católica en Chile en medio de la profunda crisis sufrida a raíz de la avalancha de denuncias de abusos sexuales cometidas por parte del clero.