La Asociación Warmi Sayajsunqo nació en Abra Pampa como un colectivo de mujeres artesanas para sobrevivir a la desocupación. Hoy, el modelo de gestión tiene 3.600 socios, agrupa 87 comunidades, cuenta con un centro de capacitación y su sistema financiero es estudiado por especialistas de todo el mundo. Infocívica.
En el corazón de la puna jujeña.
El 5 de enero de 1995 en Abra Pampa, Rosario Andrada Quispe y un grupo de vecinas aquejadas por la desocupación y la falta de oportunidades para los más jóvenes fundaron la Asociación Warmi Sayajsunqo (en quechua: mujer perseverante) como una forma de enfrentar la crisis que las golpeaba. “Yo sabía que la salida la teníamos que hacer nosotras y no seguir esperando que alguien de afuera nos salvara. Había que pelear, pero no sabía muy bien por dónde empezar”, cuenta Rosario. Sin embargo, se animaron y se agruparon como un colectivo de hilanderas al que se sumaron mujeres de pueblos vecinos y tan sólo el primer mes ya eran 320 socias que vendían sus productos en ferias de artesanías.
Lo que había comenzado como un espacio de supervivencia se convirtió en una asociación que no sólo generó emprendimientos productivos y sanitarios en la zona, sino que logró la reducción del éxodo juvenil y la vuelta de muchos que habían emigrado a las grandes ciudades. También, desarrollaron un plan de salud con el que disminuyeron los índices de cáncer de útero (se estima que se produce por la contaminación de las minas de plomo de la zona), promovieron la regularización de la propiedad de las tierras y publican una revista tres veces al año.
Hoy, “la Warmi”, como la llama Rosario, tiene una red de empresas que incluyen un cyber satelital, una estación de servicio en la Puna, un restaurante, un criadero de chinchillas, una curtiembre, una salinera, barracas de acopio y el famoso sistema bancario-financiero que le valió a Rosario el premio de “líder social” en la Cumbre Mundial de Mujeres de Suiza, en 2005.
La red de participación se consolidó por la creación del sistema económico basado en la tradición colla de trabajo mancomunado y “el asesoramiento de técnicos de afuera que buscamos que entiendan y respeten nuestras tradiciones”, dice Rosario. La asociación se basa en el Sistema Microfinanciero Warmi, conformado por 87 comunidades que tienen su propio banco y son administrados por un consejo.
Otorgan líneas de crédito y microcrédito (que pueden ir desde los 20 pesos para urgencias hasta los 30 mil para poner en marcha “empresas aborígenes”). Estos emprendimientos nacen a partir de que una comunidad o una familia solicita el crédito, entonces se hacen estudios de viabilidad y se adjudica el dinero para generar distintas iniciativas como, por ejemplo, la compra de máquinas para la extracción de sal o el desarrollo de curtiembres.
La “Warmi” cuenta con la Escuela de Empresarios Aborígenes donde se capacita a los emprendedores y trabajadores con lineamientos empresariales y gerenciales sin perder de vista el liderazgo comunitario colla.
La próxima semana, técnicos ecuatorianos del BID recorrerán la zona para implementar una red de turismo rural que cada comunidad deberá aprobar (entre otras cosas, se prevé la construcción de tres hostales).
Hoy tienen 3.600 socios y desde 1999 “toda la familia se integró a la Warmi”, acota Rosario la mujer que impulsó el proyecto y que nunca imaginó que sería nominada al Premio Nobel ni que, invitada por la Universidad de Harvard, daría cátedra a estudiantes y académicos embelesados en la Conferencia Internacional Bridge Builders 2007.
Fuente: Infocívica
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