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24/04/2022 - Por Gustavo Adolfo Gramajo

"Un libro que que invita a desplegar interpretaciones descolonizadoras"

Recientemente se presentó en Tucumán el libro "Ni machirulo, ni varon deconstruido", de Gabriel Artaza Saade. En esta nota Gramajo se refiere al texto y recomienda su lectura.

Mi participación posiblemente sea una digresión respecto al planteo que se hace el autor en este libro. Una digresión es, según el diccionario en una de sus acepciones, el hecho de apartarse en un relato, discurso o exposición del asunto principal para tratar de algo que surge, relacionado con él. La relación a mi entender vendrá por el lado de la posibilidad de visibilizar lazos sociales en la trama de la cultura. Como trabajador social estoy atravesado desde lo epistemológico y en la propia intervención, por la cuestión social y el lugar que ocupan los sujetos en la construcción o reproducción social. La existencia de las personas se da contextualizada en tiempos y condicionada por actores y factores que los validan a partir del desarrollo de sus capacidades o los condenan a ser sujetos dependientes. Específicamente, por ejemplo, la pobreza de exclusión, surge por la explícita apropiación por parte de quienes han concentrado fortunas y han actuado sistemáticamente en la configuración de dispositivos de negación de los recursos indispensables, para la resolución de las necesidades y desenvolvimientos personales, grupales y comunitarios de millones de personas. “El capitalismo es solamente endeudador -dice Byung-Chul Han en su libro La agonía del Eros-. No dispone de ninguna posibilidad de expiación que libere al deudor de su deuda”. Es así, que la intervención en lo social según Alfredo Carballeda -en libro La intervención en lo social como proceso- pensada como dispositivo, “es donde lo macrosocial se entreteje inexorablemente con lo micro, construyendo series singulares de inscripción en los sujetos y en los entornos”. Más adelante Carballeda especifica que el compromiso ético y político de la intervención social implica la necesidad de rastrear lo original de la propia cultura…  La construcción de un espacio de intervención social -dice- donde lo cultural tenga un lugar relevante, implica la idea de que los significados fluyen, interactúan, se mueven y la variación es el escenario.  

Al finalizar el segundo año de la carrera para asistentes sociales en la escuela terciaria de servicio social de la provincia, un joven que estudiaba ingeniería civil y militaba en la agrupación estudiantil hegemónica, cuando le dije ‘qué’ estudiaba, sentenció: “¡Ah! ¡Qué buena carrera! ¡Si yo hubiera nacido mujer, estudiaba para eso!”… 

Más de uno estará enterado que un buen tiempo los jueces solían decir que les trabajadores sociales somos ‘los oídos y ojos’ suyos, porque según sus comentarios, con nuestros informes damos cuenta de cierta morfología doméstica con la percepción visual o auditiva de cómo se manifiestan (con cierta esencialidad) las cosas dentro de la casa. Estamos, según estas perspectivas de miradas, en eso de ser un oficio con vocación femenina o corporizar el mandato patriarcal para ser los ojos y oídos de un poder netamente machista que requiere de cierta tangibilidad sensorial centrada en esa capacidad instrumental performativa, adjudicada como femenina. 

Con 64 años, y según lo que dice Gabriel, se me ocurre de entrada verme en el lugar de un padre de sujetos de esa generación, a la cual el autor dice que está dirigido su libro. Con Bety somos madre y padre de hijes de casi 36 a 25 años, cuatro varones y una mujer. 

El machista clásico dejó de existir en su forma pura para camuflarse con nuevo ropaje, dice Gabriel en la Introducción de este libro. En esta ocasión me sale casi como titubeando al paso en el recuerdo de mis tramas culturales, el chamuyo del tango Malevaje, de Enrique Santos Discépolo y de Juan de Dios Filiberto, de la generación anterior a la mía, nacida entre 1920 y 1940, o la del ya distante 1900:

 

Decí, por Dios, ¿qué me has da'o

que estoy tan cambia'o?, no sé

más quién soy

El malevaje extraña'o

me mira sin comprender

me ve perdiendo el cartel

de guapo que ayer brillaba en la acción

¿No ves que estoy embreta'u

Vencido y mania'o

en tu corazón?

 

Somos seres mirados en el espectáculo del mundo, enuncia Gabriel. 

Gabriel publicó en el Facebook días pasados, y en clave de sintonía con este libro que se presenta hoy, su opinión sobre un hecho que empañó, o no, el principal acto de la industria cinematográfica mundial, la entrega de los premios Oscar de la Academia de Hollywood: el incidente entre Chris Rock y Will Smith. Actuación, según Gabriel, en la que se puso en escena la estructura de la violencia simbólica, la agresión física y la denigración a la mujer. Dos "tipitos" actuando papeles, Smith enfrentándose a quien no es más que la versión especular de él. Enfáticamente Gabriel afirma que Will Smith vino a representar el papel que cree que el Otro espera de él. ¿Y la voz de la mujer? 'Bien, dice Will Smith, yo hablo por ella.'

En un taller para postulantes de adopción, realizado por el organismo judicial que interviene en ese sentido, en enero de 2019, en la presentación de las situaciones de espera a ser seleccionados por jueces para ser madres adoptivas, padres adoptivos, uno de los integrantes del grupo, que estaba junto a su pareja homoparental, dice en estado de sensibilización, mostrando así su urgencia afectiva, “no veo las horas de ser madre, yo quiero ser madre”. 

Cuando Gabriel en su introducción plantea en el título hacia la desaparición de los semblantes masculinos clásicos, tomando a semblante -según sus palabras- como un concepto que “muerde” algo de lo real, y en relación a la masculinidad, el poder metaforizar lo que en psicoanálisis se conoce como “nombre-del-padre”, como aquello que nos recuerda lo limitado en nuestra existencia, que bajo su presencia, pone límite al narcisismo, nos presentifica -sostiene- para decirlo de otro modo, el no. Tomando conceptos desde la óptica del filósofo Byun-Chul Han, respecto a la desaparición de los rituales en relación a que existe una presión en la sociedad para ser auténtico a través de la representación, cita a Han: “el culto narcisista a la autenticidad nos vuelve ciegos para la fuerza simbólica de las formas…”.    

Ya en trabajo de comprensión, me acerco a la perspectiva de lo comunitario, campo que me ha puesto en continuo encuadre de resignificación, desde lo personal, lo político, en el territorio del trabajo social, de la cultura popular, de la educación popular y de los derechos humanos. 

Respecto a la desaparición de los rituales, Byun-Chul Han afirma que la autenticidad y la comunidad no se excluyen… “La referencia a sí mismo solo concierne a la forma de la autenticidad en cuanto autorrealización... La autenticidad solo se acredita con un proyecto de identidad que tenga consistencia al margen del propio yo, es decir, mediante su referencia explícita a la comunidad”. 

“Pero la autenticidad resulta ser una adversaria de la comunidad. A causa de su constitución narcisista, coarta la formación de la comunidad. Lo decisivo de su contenido no es su referencia a la comunidad o a otro orden superior, sino a su valor de mercado, que anula todos los demás valores… El culto a la autenticidad desplaza la cuestión de la identidad desde la sociedad hasta la persona individual. Se trabaja permanentemente en la producción de sí mismo. De este modo, el culto a la autenticidad atomiza la sociedad”. 

“El régimen neoliberal explota la moral”, dice Han. 

Estamos rodeados de argumentaciones en ese sentido en el campo de la política y de los medios de comunicación concentrados. “El dominio se consuma en el momento en que se hace pasar por libertad. La autenticidad representa una forma de producción neoliberal. Uno se explota voluntariamente creyendo que se está realizando. Mediante el culto a la autenticidad el régimen neoliberal se apropia de la propia persona, transformándola en un centro de producción de una eficiencia superior. De ese modo la persona entera se involucra en el proceso de producción. El culto a la autenticidad es un signo inconfundible de decadencia de lo social”. 

“No hago otra cosa que pensar en ti y no se me ocurre nada” la canción de Serrat de 1981 tiene algún parentesco con la canción compuesta por Pity Alvarez de Intoxicados, que analiza Gabriel. Aunque es preciso advertir que Serrat cantaba y componía para un público que sintonizaba con sus dosis de lecturas críticas de la sociedad y sensibilidad, auditorios no sólo afines con lo estético sino también con intereses de cara a sus Otros. La canción Pila, pila, alude a las ganas sin deseo y configura la interpretación de sujetos inhibidos centrados en sí mismos. Cada tanto, hay personas que dicen que aprendieron a que no necesitan de nada ni de nadie, porque sus padres les enseñaron a hacerse solitos o solitas. Todo lo que huela a hacerse y referenciarse con los Otros es investido de algo hasta peligroso. Una resignificación hoy del neoliberalismo sobre los sujetos que dicen odiar la política en un rechazo radical tan solo a la posibilidad de un sujeto “Nosotros” que implique involucramientos, que desestabilicen “la siestita” que imponen los factores económicos, sociales y culturales de sometimiento. Ejemplos son entre otros: las prácticas de couching, de autoayuda, la sabiduría oriental, una parte del evangelismo, las redes, orientadas a una superestructura cultural de soporización y colonialismo de los individuos.  Hay unos carteles recientes pegados en el centro de la ciudad de un legislador que peligrosamente emparenta el Estado a una sociedad de delincuentes. En Pandemia surgían expresiones y marchas conspirativas por el totalitarismo que implicaba el vacunarse y alinearse junto a las estrategias de salud pública. Decadencia social la llama Han.  

En página 55, en el título Hacia la armonía, Gabriel cita la canción Más o menos bien del grupo El mató a un policía motorizado, mostrando su identificación de la canción, en la forma -como lo dice- con vivir la pulsión, el deseo, como así también el amor, y donde se expresa, que “es hora de buscar lo esencial”. 

Al 

Ya no me falta pa' completar

más que ir a misa e hincarme a rezar

del tango Malevaje, traigo una copla triste, realista, bella, de nuestra Gerónima Sequeira cantora, una mujer sufrida, que padeció el machismo de su dicho Tata, de su pareja, la explotación del trabajo zafrero, entre tantas de nuestros pueblos, que comprendió que dejar salir el canto era ya una senda de liberación:

He cantado esta tonada por si ya me muero yo, 

como el mundo es tan traidor 

hoy somos, mañana no

Gabriel concluye su libro admitiendo que se escribió ante la encrucijada que vivimos. Cada libro es ese imperativo interno que va urdiendo caminos interpretativos y o creadores en cada palabra y razonamiento que va surgiendo. Lo paulatino es hoy un término casi en desuso, lo inmediato, impulsivo se impone como valor, pero sabemos que es volátil, perecedero. Los procesos humanos y sociales deben abrevar nuevamente en lo artesanal de las construcciones linguísticas. Invito a leer este libro que es un buen intérprete de las problemáticas actuales desde la particular mirada del autor. Particularidad que abre a significantes comunes, que invita a desplegar interpretaciones descolonizadoras.  

*Gramajo es trabajador social y profesor de Teoría del Derecho en la carrera de Trabajo Social en la UNT 



Identificación de Personas Desaparecidas

Si tenés un familiar victima de desaparición forzada y aun no diste tu muestra de sangre lo podés hacer ahora y ayuda a identificarlo.La toma de muestras son gratuitas, hechas por el Equipo Argentino de Antropología Forense dentro de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. Llama e 0800-333-2334, de lSec. DDHH Tuc. –Juzgados Federales 1 y 2 Tucumán.



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