El viaje al principio de los tiempos ha comenzado este miércoles en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas del CERN, en Suiza. El mayor y más caro acelerador de partículas del mundo, el LHC, empezó a funcionar ayer a las 9 de la mañana, cuando el primer haz de protones recorrió sus 27 kilómetros de largo.
Según explicaba uno de los expertos, los nervios estaban a flor de piel en el CERN, aunque se mostraba convencido del éxito de la operación.
Vista del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), "la mayor máquina superconductora del mundo y una maravilla tecnológica", en palabras de Robert Aymar, director del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN).
El objetivo: simular el big bang a pequeñísima escala, la explosión que ocurrió hace 15.000 millones de años y que dio origen al universo. De esta manera, los 10.000 científicos de 85 países que trabajan en el LHC esperan resolver las grandes cuestiones: de dónde viene todo y cómo hemos llegado hasta aquí, de qué está hecho el mundo y por qué todo es como es.
En el interior del LHC, una especie de tubo circular subterráneo entre la frontera suiza y francesa, cerca de Ginebra, se lanzarán dos haces de protones en dirección opuesta. Correrán a un 99,9999991% de la velocidad de la luz y cuando choquen -está previsto que colisionen en cuatro puntos concretos- recrearán las condiciones que reinaban inmediatamente después del big bang.
Sin embargo, las primeras colisiones, y por lo tanto los primeros datos, quizás no se produzcan mañana, pues aún hay que calibrar los instrumentos que forman el acelerador y ajustar las mediciones. Lo que se pretende en el primer día de funcionamiento oficial del LHC es lograr que los protones den la vuelta al anillo de 27 kilómetros que forma el núcleo del acelerador.
"Al principio no lo vamos a lograr, es un proceso muy complejo. Son 27 kilómetros y habrá defectos que corregiremos por el camino", explica el científico español Antonio Vergara Fernández, responsable de la parte de hardware del LHC. En torno a las 9.06 de ayer se lanzó el primer haz de protones, probablemente en el sentido de las agujas del reloj -aunque anteayer esta cuestión todavía estaba por decidir-.
Una vez se haya comprobado que circula de forma correcta, se lanzará otro haz en la dirección contraria. Si todo va según lo previsto, Europa habrá conseguido poner en marcha el experimento civil más ambicioso y sofisticado de la historia -en la década de 1980 Estados Unidos comenzó la construcción de un acelerador de partículas de características similares, pero paralizó el proyecto por falta de financiación-. Aun así, los responsables del CERN destacan el carácter internacional de este experimento, cuyo presupuesto supera los 6.000 millones de euros y que ha tardado veinte años en hacerse realidad.
Según explicaba ayer Vergara Fernández, los nervios estaban a flor de piel en el CERN, aunque se mostraba convencido del éxito de la operación. Los científicos del centro creen que las primeras colisiones se producirán en cuestión de días -si no mañana- y que los experimentos que analizarán la reacción de las partículas subatómicas al chocar empiecen a avanzar "trazas de la nueva física a descubrir" esta semana. "Durante este año ya tendremos novedades del mundo subatómico, aunque lo verdaderamente espectacular empezará a llegar a partir del verano que viene. Y de ahí en adelante... tierra incógnita", dice Vergara Fernández.
"El LHC está concebido para cambiar de forma radical nuestra visión del universo", explicó ayer el director general del CERN, Robert Aymar, informa AP. Y es que, pese a las teorías, lo más emocionante del LHC es el viaje a lo desconocido que inicia, un trayecto a los orígenes de todo.
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