El presidente Sebastián Piñera promulgó la Ley de Matrimonio Igualitario, tras la histórica aprobación que hicieran ambas cámaras del Congreso.
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El mandatario explicó que su gobierno puso discusión inmediata en el Parlamento por tres razones fundamentales.
Primero, dijo, "proteger la familia y muy especialmente a los niños y niñas".
Expresó que "la Ley de Matrimonio Igualitario permitirá que todos los niños con un papá y una mamá, con dos papás o con dos mamás tengan los mismos derechos y la misma protección en materias tan importantes como el cuidado personal, la pensión de alimentos o los derechos hereditarios".
Hablando desde La Moneda, donde se hizo la ceremonia, recalcó que "no podemos tener familias de primera y segunda categoría y, afortunadamente, y gracias al trabajo, el esfuerzo y la perseverancia de muchos, estas distinciones a partir de hoy serán parte del pasado".
En segundo lugar, mencionó, "dar vida al principio que todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y en derecho y, por supuesto, son iguales ante la Ley".
Subrayó que el nuevo cuerpo legal "pone en un pie de igualdad a todas las relaciones de amor entre dos personas, porque es un deber del Estado, además cumpliendo tratados internacionales como la Declaración Universal y la Convención Americana de Derechos Humanos, el proteger todos los tipos de familia, porque todas las familias necesitan y merecen ser protegidas sin discriminar por la orientación sexual o identidad de género de quienes componen esas familias".
Tercero, "resguardar y promover la libertad" y añadió que esta ley "garantiza un Estado respetuoso de la vida privada de las personas" como también "protege la libertad religiosa, porque es una ley de matrimonio civil que respeta los matrimonios religiosos que tiene la libertad de definir sus propias condiciones y naturaleza".
Piñera, católico, reconoció que "en el pasado mi mirada fue distinta, pero, así como es importante actuar en la vida con convicciones profundas, también es importante el poder evolucionar y tener y desarrollar nuevas perspectivas".
Añadió que en lo que "todos estamos de acuerdo, el Estado siempre debe cumplir su rol fundamental de promover una sociedad libre, diversa, tolerante, inclusiva y, por supuesto, evitar que existan discriminaciones arbitrarias o privilegios entre sus ciudadanos".
Finalmente, planteó que "es un día para reflexionar" y recordó que "en Chile y en el mundo los crímenes de odio han aumentado y tenemos que trabajar con mucha voluntad y fuerza para erradicarlos".
Sostuvo que la ley "no repara el sufrimiento que muchos han vivido, pero sí sabemos que significa un paso adelante hacia esa sociedad más libre, más tolerante con la diversidad que, al fin y al cabo, es una sociedad más humana, más justa, más bondadosa".
Mencionó y agradeció "a tantas mujeres y hombres que han dedicado sus vidas a luchar contra las discriminaciones por su orientación o identidad sexual" y sostuvo que hoy podemos decirle a familiares y amigos "que alguna vez se sintieron vulnerables o discriminados por amar a alguien del mismo sexo, que no hay nada de malo en ello, que no tienen nada de qué avergonzarse, que no hay nada que esconder".
Reconoció a la sociedad civil, a los activistas "que han dado una larga lucha y que, a pesar de todas las dificultades que han enfrentado en el camino, nunca doblegaron su espíritu y siguieron luchando por esta causa y porque ésta y otras leyes puedan ver la luz del sol". Apuntó al histórico dirigente Rolando Jiménez y Gonzalo Velásquez en representación del Movilh que en 1990 emprendieron la larga lucha por el respeto a las minorías sexuales. También, Isabel Amor, en representación de Iguales "y tantos más, muchas y muchos más".
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