AMPLIARLas cuatro parejas en escena

05/09/2008 - Danza

Calidad, despliegue, color, y emoción reflejaron "Las estrellas de la danza"

En la noche del miércoles, en el marco del 48º Septiembre Musical se presentaron, en el San Martín, “Las estrellas de la danza”, un espectáculo de ballet tan exquisito como impecable. Los mejores bailarines de Argentina, Chile, Brasil y Cuba interpretaron ocho obras a través de la danza de manera magnífica.

Ovación de pie.

Con una iluminación soberbia, ya observada en Madame Buterffly, el escenario del San Martín recibía a “Las Estrellas de la danza”. El espectáculo se dividió en dos partes con 4 obras cada una. Todas de un nivel superlativo, ya sea en la musica, en la danza, en los dotes artísticos de los bailarines y en los textos de las obras.

Las cuatro parejas que desplegaron toda su magia se presentaron “Arriba del telón”, mientras de fondo el público escuchaba melodías de Glazunov, con la interesante coreografía de Galizzi.

La primera parte llamada “Cuatro Historias de Amor” comenzó con la obra Muñecos. La mejor de la noche, sin desmerecer las demás genialidades. Una muñequita (Viengsay Valdes) se enamora de un soldadito de plomo (Romel Frometa). La pareja de inmejorables bailarines cubanos interpretaron sus personajes con una naturalidad tal que, los hacía verdaderos muñecos. Movimientos precisos, que se producían con cada “tin”, “tun”, “ton” de alguna tecla de piano generada por el genial Egues, de esta manera emulaban las articulaciones del soldadito y la muñequita. Una manera nueva e interesante de contar una historia de amor. Pero sobre todo de hacer danza.

Se observaba total fusión en la pareja. Primero muere ella, muere él, resucita ella y vuelve a morirse como en Romeo y Julieta.

Posteriormente, la cubana Maite Ramírez y el argentino Luis Ortigozza interpretaron Preludio, con música de Chopin y coreografía de Galizzi. Volaban por los aires mientras Chopin le daba un ambiente de amorío absoluto. Los celestes de las luces colaboraban con la belleza escénica.

Romeo y Julieta, con los bailarines del Colón Genoveva Surur y Alejandro Parente se vistieron de turqueza para interpretar la obra. Netamente física, demostraron sus habilidades propias del mejor ballet. La música de Prokovieff y la coreografóa de Paul Vasterling no dejaron dudas.

La última de la primera parte fue Adán y Eva. Los brasiler@s Cecilia Kerche y Víctor Luiz danzaron con esta majestuosa ópera de Haydn. Uwe Sholtz, coreógrafo, dispuso que Adán esté con el torso desnudo. Las luces jugaron un papel preponderante cuando tres faros a medias luz iluminaban los cuerpos. Coqueteaban antes de enamorarse perdidamente. Finalizó con trompos a velocidades descomunales por parte de ambos bailarines.

En la Segunda Parte, las bellezas no dieron lugar a malas críticas. El publico atónito se dejaba llevar por los pasajes encantados.

La Bayadera con Genoveva Surur y Alejandro Parente, obnubilaron a todos con una excelente coreografía de Luis Ortigoza y la acorde música de Minkus. Vestuarios clásicos, iluminación abundante. Las trompetas comienzan a sonar y ella se transforma en una ploma que vuela en brazos de su amado solemnemente.

Luego los pañuelos acaramelaron a los dos. Un violín despertaba la pasión del público mientras ella daba giros magníficos sostenida con un solo pie, o saltaba delicadamente hacia atrás. Una verdadera gallardía.

Pas d' eslave (El Corsario) fue el siguiente ballet de los brasiler@s Cecilia Kerche y Víctor Luiz. La luz amarilla iluminaba a una mujer con velo en el rostro y al hombre de rojo, hermoso estilo árabe. La coreografía de Petipá y Nureyev se basó en un sin fin de pasos propios de este afable arte. Sencillamente se comieron el escenario. A varios espectadores, la piel se le asemejó al de una gallina. A la música de Adamas, solo le cabe el adjetivo de grata.

Sylvia con música de Delibes. Coreografía del también bailarín Luis Ortigoza, que junto con Maite Ramírez formaron una interesante pareja, se vistieron de romanos. Ella una princesa sutil.

Finalizó el evento con Don Quijote. Nuevamente Valdes y Frometa, los mismos que habían bailado en Muñecos cautivaron a la gente. Esta vez con vestuario español. Demostraron la misa precisión calidad y justeza que antes. Sin grandes piruetas su solvencia fue más que interesante. Luego llegó la destreza y ambos volaron a lo largo de las tablas.

Por último saludaron al atento púbico que no llenó el teatro. Pero disfrutó de un enorme espectáculo. Sin duda, los cubanos de Muñecos y El quijote se llevaron los laureles.

Sebastián Ganzburg
sebaganzburg@gmail.com